Jorge Varela
Pensamiento maoísta sobre la Constituyente
Un plato de difícil digestión

La calidad de la gastronomía peruana es reconocida y alabada en el mundo, de modo que no debiera sorprender que algunos políticos nativos también pretendan convertirse en cocineros y propongan recetas para deleite de sus propios paladares, sin considerar el riesgo de que sus platos pudieran indigestar al todo social. Es lo que ya está ocurriendo con los preparativos para acelerar y cocinar la convocatoria mañosa a Asamblea Constituyente.
Las señales indican que Cerrón, Castillo, Bellido, Bermejo y compañía no están dispuestos a ceder en su intentona. Sin embargo, la mayoría de los ingredientes del recetario constitucional que quieren imponer son demasiado añejos, de ellos se desprende un hedor fuerte y por lo mismo, son fáciles de oler y detectar. Veamos de dónde provienen y en qué mercado ideológico se hallan.
El regreso de la vieja influencia maoísta
Aquellos más memoriosos y acuciosos se acordarán que en el Tomo I de las denominadas obras de Mao Tse-Tung está transcrito uno de sus discursos que, bajo el título de: “El régimen constitucional de Nueva Democracia”, contiene su visión primitiva sobre el tema. Mao al fundar la Asociación por la Promoción del Régimen Constitucional en Yenán, buscaba en febrero de 1940 fortalecer la resistencia al Japón combinando independencia con democracia. En esa ocasión partió por reconocer que China carecía de ambas. A su pregunta “¿qué clase de régimen democrático necesitamos?”, respondió: “el régimen constitucional de nueva democracia”. “No el de la pretendida democracia, viejo, caduco y de estilo europeo-norteamericano, que es la dictadura burguesa, y tampoco, por el momento, la democracia de tipo soviético, que es la dictadura del proletariado”.
El itinerario de la senda roja
El ‘gran timonel’ precisaba que las asociaciones creadas tenían dos propósitos: primero, hacer un estudio del cómo y el por qué del régimen constitucional y, segundo, apremiar. “Todas las escuelas, entidades oficiales, unidades del ejército y sectores de la población deben estudiar el problema del régimen constitucional”. Después de haber estudiado, “podremos empujar a la gente a que avance”. “El presente movimiento por un régimen constitucional tiene que luchar por una democracia que aún no ha sido alcanzada, y no se hace para reconocer una democracia ya existente”. (En China no había triunfado la revolución, ni menos la democracia)
Según Mao, quien estaba a favor de la instauración de una Asamblea Nacional para establecer el pretendido régimen constitucional, las dificultades se debían a ‘los recalcitrantes’. “Los recalcitrantes son testarudos, pero no inmutables”, decía. “El movimiento por un régimen constitucional” “seguirá inevitablemente el rumbo trazado por el pueblo”. “No obstante, la tarea…requiere tiempo” y “exige la movilización de las grandes masas populares” para “poner en práctica el régimen constitucional de nueva democracia”.
Los cocineros y el pueblo
¡Apremiar!, ¡apremiar!: es también el propósito de los dirigentes de Perú Libre. Muerto Abimael, el marxismo-leninismo peruano tiene en Vladimir Cerrón al líder autodesignado, en Pedro Castillo al profesor obsecuente y en los ronderos a los atemorizantes guardias rojos de Los Andes. Hernando de Soto, destacado economista y viejo zorro o zorrillo político, ha expresado recientemente en El Comercio que Cerrón obedece a una línea ortodoxa cubana marxista leninista y no al senderismo de antaño, pero agrega que Castillo está rodeado de un entorno de amigos entre los que hay algunos senderistas.
Al final, ¿qué versión y bando se impondrán? ¿En qué momento intervendrán los de la versión pensamiento Mao Tse-Tung? La receta está lista. Solo falta prender la cocina, pero el pueblo peruano aún puede impedir que se encienda este horno fatídico.
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