Heriberto Bustos
Oportunidad para modificar conductas
La actual coyuntura afecta lo más íntimo de las personas

Resulta casi común escuchar o leer que tras la pandemia vendrá inexorablemente el cambio, que todo será diferente. Se dice, por ejemplo, que el aislamiento o confinamiento ha hecho resurgir la solidaridad y que las relaciones de acercamiento familiar o de buena vecindad han de expresarse al final del “confinamiento”. Del mismo modo se insinúa que las necesidades sociales de transformación encontrarán su realización. Afirmaciones que, no obstante expresar necesidades de innovación, no van más allá de buenas voluntades, solamente nos levantan el ánimo en circunstancias críticas y complicadas.
Conscientes de que el Covid 19, junto a la crisis incrementada con su presencia, nos acompañarán por buen tiempo aún, y entendiendo –como señala Alvin Toffler– que “El cambio no solamente es necesario en la vida, es la vida misma”, debe quedar absolutamente claro que las modificaciones de conductas no ocurren por sí solas, demandan rectificaciones urgentes. En lo personal, relacionadas por ejemplo con nuestros hábitos de limpieza que va desde lavarse las manos hasta la higiene de respiración (uso de mascarillas, distanciamiento); en las responsabilidades estatales vinculadas al fortalecimiento del sistema de salud pública, atención honesta a necesidades de la población, seriedad en el tratamiento de la corrupción y alejamiento de ella; en el escenario social, transparencia en el uso de la información, correcta participación ciudadana en la determinación de los destinos del país; en el terreno laboral, adecuada relación y negociación entre empresarios y trabajadores para recuperar niveles de empleo; incremento de inversiones; entre otros.
Si bien en estos momentos los problemas relacionados con la salud de las personas y su bienestar son prioritarios, preocupa que muchos sectores sociales –al haber sido seriamente golpeados por los percances sufridos, la disminución de posibilidades de trabajo, el incremento de la inseguridad personal o colectiva– opten por respuestas que vayan a contracorriente de las prioridades relacionadas con el freno a la pandemia, la reactivación económica, la lucha contra la corrupción y el desarrollo de un proceso electoral transparente, activando los conflictos sociales y aplazando una ocasión para corregir socialmente errores que impiden nuestro progreso.
La actual coyuntura afecta lo más íntimo de las personas y constituye una oportunidad para modificar conductas, demanda la existencia de voluntad real para asumirla, y convoca así mismo a un mayor entendimiento y compromiso con la transformación. Un tema que dos personas, coincidentemente estadounidenses, resumen pedagógicamente: por un lado, el publicista Michael Levine, al afirmar que “Una oportunidad significa estar dispuesto a entrar en acción. Estar dispuesto a entrar en acción significa estar dispuesto a asumir un riesgo. Estar dispuesto a asumir un riesgo significa estar dispuesto a adoptar un cambio. Luego, oportunidad = acción + riesgo = cambio”; por otro, la escritora C. JoyBell , al sostener que “La única forma en la que podemos vivir es si crecemos. La única forma en la que podemos crecer es si cambiamos. La única forma en la que podemos cambiar es si aprendemos. La única forma en la que aprendemos es si nos exponemos”.
En suma, los momentos actuales nos invitan a tener un papel significativo en la modificación de las acciones negativas presentes en la sociedad: aprovechamiento personal, ausencia de valores, divorcio entre ética y política, pérdida de la validez de la palabra dada, preeminencia de la hipocresía. Y recordemos que todo cambio se inicia en nosotros.
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