Juan Sheput
Normalidad recargada
La pandemia ha amplificado nuestros vicios y defectos

La “nueva normalidad” resultó más de lo mismo, pero amplificado. Todos los indicadores, sin excepción, son negativos. Desde aquellos que señalan que los contagios siguen aumentando, hasta los que indican que la economía está en una situación desastrosa. Ni qué decir de la inseguridad que campea con violencia, y los problemas de salud mental que ha acarreado la prolongada “cuarentena”, que llegó a la incomprensible cifra de 106 días.
Para impedir que la economía siga en caída libre el gobierno de Martín Vizcarra ha tenido que levantar el llamado “confinamiento”. Lo hace en momentos en que los contagios son muy numerosos y sin contar con planes específicos para focalizar el aislamiento por zonas, brindar subsidios a los transportistas –como vienen reclamando– o incrementar las pruebas moleculares, para así poder tener cifras más certeras de contagios y mejorar la trazabilidad. Al momento de levantar la cuarentena aún estábamos en el mundillo de los anuncios, y nada de lo arriba mencionado se había puesto en ejecución. Estamos en presencia no de una “nueva normalidad” sino de una “normalidad” recargada, en la cual nuestros vicios y defectos, por la pandemia y la ausencia total de liderazgo, se han agravado.
La situación del país se ha deteriorado, no hay duda. Y se va a deteriorar más si se persiste en negar la verdad. Los datos, basados en pruebas moleculares, son fundamentales para luchar contra la pandemia. Expresados en el número de contagios y de fallecidos, estos datos resultan claves para el diseño de políticas públicas y, sobre todo, para sensibilizar a la población. No se puede mentir ni desinformar. La realidad hay que afrontarla para así lograr los efectos deseados. Lo dice el Dr. John Barry en su libro The Great Influenza: The Story of the Deadliest Pandemic in History: la mejor forma de combatir a la pandemia es con la verdad, pues de lo contrario se va a generar una población relajada, que no advierte los peligros que la acechan.
Esto es importante, pues no puede ser que el Gobierno siga sin dar explicaciones respecto a los más de 30,000 muertos que diversas fuentes, locales e internacionales, señalan como la cifra real de fallecidos a causa del Covid-19. Hablar de poco más de 9,000 muertos, la cifra oficial, altera la percepción de la gente y genera que la sociedad se relaje, pues ve los indicadores como poco letales. La ausencia de explicación debería llevar a una investigación en el Congreso. La verdad se tiene que saber.
El Gobierno hasta ahora no encuentra mejor respuesta que echar la culpa de su ineficiencia a diversos actores, desde gobiernos pasados, hasta autoridades regionales y locales vigentes. Incluye como responsable de los males a la propia comunidad. La culpa es de la gente, dicen repetidamente, los funcionarios y el presidente. No se dan cuenta de que la incapacidad que tienen no solo es de gestión, sino también política. El presidente Vizcarra anda peleado con todos, y no tiene por tanto capacidad de liderar y mucho menos de convocar.
Debemos ir preparándonos para la segunda gran ola de contagios, por obra y gracia de las decisiones gubernamentales.
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