Juan Sheput
¿Masas sin ideas?
Sobre las marchas y la ideología

Si en algo se asemeja la política a la física es que siempre una acción genera una reacción. En la competencia por el poder existe la obligación política de responder al cuestionamiento, de atender las exigencias, de confrontar los desafíos. Los vacíos son rápidamente llenados y los silencios son sinónimo de aceptación, cuando no de culpa.
Tal vez por ello fue que hace casi ochenta años, en una interpelación con la feroz bancada aprista (el APRA solía hacer una oposición formidable. Doy fe de ello durante el gobierno de Toledo), el premier Rafael Belaúnde Diez Canseco, padre de Fernando Belaúnde Terry, respondió a las bancadas aprista y paradójicamente del propio Frente Democrático Nacional, con una frase que quedó para la posteridad “si las ideas se combaten con ideas, las masas se combaten con las masas”.
Si bien es cierto dicho enunciado generó gran polémica, el entonces primer ministro Belaúnde no faltaba a la verdad. El Perú y el mundo vivían un contexto post segunda guerra mundial y el combate de masas se había convertido en una de las características en los últimos 25 años. Considero, sin embargo, que las masas combatían con las masas luego de haber agotado el combate de las ideas. Al menos así había sido en Europa, en donde la demagogia y el populismo se unieron a ideologías dando como consecuencia una movilización popular que rápidamente desembalsó en violencia, pero eran de gran unidad. ¿Cuál era la argamasa, el elemento que unía a las masas? La ideología, la comunión de ideas, los objetivos comunes señalados con claridad por los líderes partidarios.
En tan solo una semana hemos visto dos marchas en la capital. Más allá de las comparaciones cuantitativas, es decir de cuánta gente fue (ejercicio solo válido para el ego) las concentraciones populares se deben medir por su impacto. A la marcha del sábado se le critica por la falta de liderazgo, olvidando el factor fundamental que lo origina, el hilo conductor, el objetivo común, la amalgama de las ideas o, llamémoslo así también, la ideología. La oposición democrática al gobierno se ha quedado inmovilizada en su intento de evitar el cambio de Constitución, descuidando que se vienen haciendo cambios fundamentales sin necesidad de cambiar la Carta de 1993; es decir, por falta de consistencia ideológica.
Defender la democracia se convierte en un elemento muy gaseoso que es necesario conectarlo a tierra. Defender postulados, ideas, convicciones es más eficaz, pues se pueden manifestar en leyes concretas, en cambios evidentes, en defensa de lo conveniente en los ámbitos económico, laboral, social, ambiental y mucho más. La ideología –o en un estadio inferior, las ideas– son lo que da consistencia al difuso movimiento opositor. Como van las cosas, la lucha podría durar más de lo esperado. Evitar la destrucción del Perú en ese lapso exige que se ingrese al terreno del combate ideológico. Es lo único que dará consistencia a la oposición.
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