Eduardo Vega

Mainstream, streaming, fact checking y posverdad

La politización de la información

Mainstream, streaming, fact checking y posverdad
Eduardo Vega
17 de octubre del 2024


¿Les pasa también que últimamente se encuentran con toneladas de información y les cuesta identificar efectivamente qué cosa es cierta y qué cosa no? ¿Se han dado cuenta de que los “noticieros” (de señal abierta o por YouTube) ya no se limitan a informar, sino que en todos los casos comentan, opinan e incluso instruyen y adoctrinan a la audiencia para que procedan de una u otra manera?

Nunca podré decir que opinar está mal per se, mas creo que cuando se entrega información –ya sean noticias, datos estadísticos, o sobre una nueva legislación– se debe ser más objetivo y describir fríamente los datos, en vez de presentar el punto de vista que cada quien tiene, o si los datos arrojados son convenientes para los intereses de quien los lee. Peor aún, indicar si deben ser leídos de alguna manera, pues eso genera distorsiones que solo los expertos o regulares conocedores podrán advertir como incorrectas.

Un claro ejemplo de ello, es el concepto de terrorismo. De acuerdo con lo señalado en la ley penal peruana, el tipo básico de terrorismo enmarca como conducta sancionable lo siguiente: 

“El que provoca, crea o mantiene un estado de zozobra, alarma o temor en la población o en un sector de ella, realiza actos contra la vida, el cuerpo, la salud, la libertad y seguridad personales o contra el patrimonio, contra la seguridad de los edificios públicos, vías o medios de comunicación o de transporte de cualquier índole, torres de energía o transmisión, instalaciones motrices o cualquier otro bien o servicio, empleando armamentos, materias o artefactos explosivos o cualquier otro medio capaz de causar estragos o grave perturbación de la tranquilidad pública o afectar las relaciones internacionales o la seguridad de la sociedad o de cualquier Estado, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinte años".

Como pueden apreciar, la Ley peruana delimitó al delito de terrorismo de una manera amplia y objetiva que permite la persecución de cualquier actor cuyo comportamiento se ajuste a la descripción. Es decir que si mañana un sucio extorsionador amenaza a una sala de cine con poner un explosivo si no se cumple con un pago correspondiente, ¡comete un acto de terrorismo! 

Así las cosas, es falsa toda la información que algunos “periodistas” repiten de manera sincronizada por sus canales personales de streaming o a través de alguno los medios de comunicación mainstream, para hacer creer a la población que no son terrorismo todos aquellos actos de violencia y zozobra de los que nuestra sociedad viene siendo víctima en los últimos meses (como los que sufren los empresarios del transporte), cuando calzan dentro de la descripción anteriormente subrayada.

Como ya advertimos al inicio, el mayor problema es que con tantas falacias sincronizadas o contrapuestas, y tan poca difusión o revisión de los datos (fact checking) de las toneladas de información que se encuentran extremadamente politizadas, prácticamente no hay espacio para que la verdad se abra paso, ni mucho menos que la población pueda formarse un criterio objetivo con el cual fiscalizar a sus autoridades.

Obviamente todos tenemos derecho a opinar, y no debe restringirse este derecho. Pero también es derecho de los “informados” que se les precise en qué momento se les alcanza una información como tal, y cuándo narran una noticia “edulcorada” con las opiniones y pareceres del narrador.

Pedir la aplicación estricta de una ley, no puede ser calificado de “terruqueo”. Pero relativizar los actos terroristas, con opiniones que limitan al delito solo a sus agravantes, confundiendo a la población y a los operadores de justicia, para que luego estos últimos duden sobre la aplicación de la ley o sus penas; debería ser sancionado. Aunque todos esos opinólogos/adoctrinadores piensen que sus palabras nunca promueven el crimen ni afectan a la sociedad.

Eduardo Vega
17 de octubre del 2024

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