Tino Santander
Los evangélicos cusqueños
“Queremos acabar con las injusticias y la miseria”

El Cusco recibió la noticia de la renuncia del Gabinete ministerial, presidido por César Villanueva, con absoluta indiferencia, como si el gobierno de Vizcarra fuese de un lejano país que nada tiene que ver con los cusqueños. Transcribo mi conversación con César Chacón Durruti, ex pastor evangélico y teólogo cristiano. Su testimonio nos permitirá conocer la forma de pensar y de actuar de los evangélicos cusqueños, que en estos tiempos difunden sus ideas arduamente en todo el sur andino.
—¿Cuál es tu opinión del cambio de gabinete?
—A la inmensa mayoría de cusqueños no nos interesa lo que suceda en el Gobierno porque sabemos que el cambio de Gabinete será intrascendente. En nada cambiará nuestras vidas el reemplazo de algunos politicastros limeños por otros de la misma incompetencia. Los cristianos estamos en el mundo sin pertenecer a él, como señala el evangelio de San Juan. Es decir, que tratamos de vivir según la palabra de Dios, aunque sabemos que para eso se requiere fe, disciplina y una voluntad inquebrantable de servir a Dios. Los cristianos somos conscientes de que convivimos con la corrupción, con la falta de civismo, con la ausencia de valores y con el relativismo moral, que es promovido al amparo de la modernidad y de la libertad individual. Los cristianos no creemos en esas formas de vida y nos refugiamos momentáneamente en nuestras familias y en nuestras iglesias.
—¿Qué hacen para estar en el mundo sin ser del mundo?
—Es sencillo. Hacemos todo lo posible para vivir según la palabra de Dios porque sabemos que ese camino nos conducirá a la vida eterna. Además Dios, a través de la Iglesia, te ofrece la oportunidad de volver a nacer, a salir del abandono espiritual y material en el que se encuentran los hombres como producto del sistema económico imperante. Las iglesias cristianas tienen el deber de rescatar a todos los que sufren, de recuperar a los enfermos alcohólicos, de liberar a los hogares de la violencia familiar. Además estamos obligados a devolverles la dignidad a los humillados socialmente. Nuestro deber es formar la gran familia cristiana que viva según la palabra de Dios que está en los evangelios.
—¿Qué opinas de que varias iglesias cristianas participan en política y buscan el poder?
—Esos cristianos están convencidos de que las cosas no pueden seguir como están. Ellos creen que es su deber acabar con la corrupción y la iniquidad, y por eso participan en política con la mejor voluntad. Es más, ellos quieren que los 10 millones de cristianos participemos en política para acabar con el relativismo moral imperante en el Perú. Y en nuestras iglesias hay una prudente predisposición a contribuir en la construcción de una sociedad más justa y libre.
—¿Son ustedes conservadores?
—No, nosotros no queremos conservar la corrupción. Y menos la de aquellos que, en nombre de la democracia, relativizan los valores. Al contrario, queremos hacer una revolución que acabe con las injusticias, con la miseria y con las desigualdades. Y para eso solo requerimos trabajar y trabajar. No hay fórmulas mágicas: el que trabaja, el que se esfuerza, tiene una recompensa. Sin embargo, sabemos que para eso necesitamos una sociedad que tenga un Estado que eduque y promueva el esfuerzo individual, la empresa, la creación de riqueza como una ofrenda a Dios. Lo demás, mi querido amigo, es mentira.
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