Manuel Gago
López Aliaga obligado a ganar en Lima
Para darle a la ciudad lo que merece y rearmar la oposición

Los limeños están a punto de entregarle en bandeja la Municipalidad de Lima a Castillo. Si los resultados de las elecciones son como señalan las encuestas, Daniel Urresti sería el ganador. Y como siempre, hay que decirlo, la gran prensa tiene su propio candidato. Se repetiría lo acontecido en la elección anterior en la que, de la noche a la mañana, poco antes de las elecciones, Jorge Muñoz, de Acción Popular, subía como espuma en las preferencias de los limeños. Un mal intento, una traición a Lima que merece mucho más de sus autoridades.
De los resultados de estas elecciones también depende el destino del país. Fortalecerá a Castillo si las candidaturas soterradas del Movadef ganan alcaldías y gobiernos regionales. Sin embargo, siempre existe esa lejana posibilidad de que, por ser Dios peruano, votemos bien alguna vez. Muchos son los indecisos y podrían voltear lo que dicen las encuestas, publicadas con la intención de orientar las preferencias. Aun así, el escepticismo se impone.
El peruano medio vota a ganador, así después lo niegue en todos los idiomas. Los fracasos experimentados, mayormente en provincias, y el peligro de imponer un Estado socialista no son suficientes para mejorar la calidad del voto. Las mayorías no asimilan con meridiana claridad que estas elecciones, supuestamente vecinales, son políticas. Y ahora mucho más que antes.
A pesar de todo lo acontecido, algunos sectores de la población dudan de la existencia de una (hasta ahora) supuesta organización criminal bien acomodada en Palacio de Gobierno y dirigida por el mismo mandatario. Desconocen del plan totalitario ideado para eternizar en el poder al marxismo extremista. Dudan de la complicidad de sus candidatos preferidos. Con Castillo presidente y Antauro Humala supuestamente avanzando, apuntando a la presidencia, ya no llama la atención hacia adonde se dirige el elector. La desilusión gana terreno.
En este escenario de pesadumbres, Castillo continúa firme. Vence moralmente a la población y pretende desarmar a la oposición. Para librarse de las investigaciones fiscales y juicios por venir, activaría la “reforma en la administración de justicia” propuesta en el documento “Consenso por el Perú”, entregado por el presidente Castillo a José William, presidente del Congreso, durante su reciente reunión. Con un Poder Judicial intervenido puede remover a cualquier juez considerado adverso. Es decir, mientras Castillo avanza con propuestas antidemocráticas, antimercado y antiempresariales y, a su vez, arma cuadros políticos y de choque para más adelante, en el Congreso no existen los 87 votos firmes para vacarlo.
En medio de este descontento y confusión, las contradicciones surgen, y son apañadas ciertas candidaturas amistosas con el oficialismo. Y los “niños”, muy orondos, continúan ocupando sus curules. Saben que las seis investigaciones fiscales pondrían a un Castillo acorralado fuera de la presidencia. Saben también que, en la Comisión de Acusaciones Constitucionales tampoco existe suficiente mayoría para acoger las denuncias que pueda realizar la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides. Ni Vladimiro Montesinos pudo hacerlo mejor. Para los estrategas comunistas fue fácil hacer de los “niños” parte de su estructura de defensa en el Parlamento. “Tránsfuga”, no se oye hoy como antes.
Por estas y otras consideraciones, Rafael López Aliaga está obligado a ganar la alcaldía de Lima. El único candidato abiertamente opositor, el contrapeso, el que puede equilibrar la avanzada totalitaria y entregarle a Lima lo que se merece. Sobre “Porky” es ocioso señalar que es hijo de su padre y que ostenta títulos y kilómetros de acción social. En contra del factor deliberante del JNE y ONPE, con López Aliaga en Lima, se rearmaría la oposición en la plaza política más importante del país.
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