Juan Sheput
Liderazgo en tiempos del Covid-19
La crisis está haciendo más evidente nuestra debilidad estructural

No hay razones para dudar de que las medidas extremas que viene impartiendo el Gobierno son las necesarias para enfrentar la pandemia del coronavirus. Siendo medidas reactivas y estando de por medio evitar una expansión generalizada que haga colapsar nuestros servicios de salud, era necesario hacer algo para evitar una rápida propagación del virus y así ganar tiempo para preparar nuestra endeble infraestructura hospitalaria.
Pero el hecho de tener que tomar medidas de esta naturaleza no significa, de ninguna manera, que las decisiones del Gobierno sean infalibles, las mejores y únicas, o que no se puedan mejorar. Es ahora, más que nunca, cuando se debe buscar consensos y llamar a los expertos, dejando de lado los cálculos políticos y los eslóganes de campaña como mecanismos de comunicación. Es en ese sentido que pienso que el Gobierno no está enfrentando, como debe ser, la crisis económica que ya se está gestando, y el drama social que poco a poco se va incrementando, como consecuencia de los efectos de la cuarentena en la gran mayoría informal.
Desde el 12 de marzo, pocas horas después del primer anuncio de distanciamiento social, señalé que las medidas económicas son tan importantes como las de salud. El choque producido por la pandemia hará que millones de personas retrocedan en sus indicadores de desarrollo humano y, por tanto, una gran mayoría vuelva a padecer pobreza. No se pueden soltar cifras de miles de millones de soles si no vienen acompañadas de medidas efectivas de reactivación de la economía. En ese sentido, el anuncio de que se iban a destinar S/ 30,000 millones a las pymes no ha entusiasmado a los potenciales beneficiarios, pues mientras en otros países sería una ayuda, aquí sería en forma de préstamos; y aún no se sabe cómo los va a intermediar la banca, ni cómo o en qué plazos se van a tener que devolver.
Sigo considerando que en materia económica no estamos diseñando un plan contundente de reactivación. La falta de experiencia juega en contra del voluntarismo de la ministra de Economía. La realidad señala un nivel de deterioro que es necesario detener a la brevedad, casi con la misma urgencia que la pandemia.
En el ámbito de la salud, al margen del terrible descuido de la ministra anterior, se puede decir que ahora hay señales de querer mejorar y buscar una solución. La convocatoria a una profesional seria y responsable, discreta y amiga de la gestión (y no de la figuración) como Pilar Mazzetti, es una muy buena señal. No tengo ninguna duda de que ella será puntal en el diseño de políticas públicas que permitan una mejor contención del virus en momentos cruciales, como cuando ya no tengamos la ventaja climática (desde junio) y tengamos cifras reales sobre los contagios.
Un momento como este debe servir también para fortalecer nuestra red institucional. El Congreso de la República no puede andar con complejo de inferioridad y debe entender que tiene toda la responsabilidad constitucional de preguntar, inquirir y fiscalizar. Eso no es obstruir, es colaborar democráticamente a que se hagan de mejor forma las cosas. Esto es importante en un contexto en que un poder fáctico como la prensa se ha alineado vergonzosa y mayoritariamente con el Gobierno y no realiza una labor de promoción del debate público, sino de simple caja de resonancia de la última palabra presidencial.
El liderazgo en tiempo de crisis no debe ser intimidante y vocinglero, sino convocante y holístico. Debe haber una gran apertura y vocación para reconocer que hay otros que pueden aportar mejores propuestas o complementarlas. La crisis que padecemos está sacando a flote nuestra debilidad estructural en materia de salud, y también institucional. Hagamos el mejor esfuerzo para derrotar la pandemia sobre la base de convertir en fortalezas nuestras debilidades.
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