Cecilia Bákula
Las tablets fantasma
Compra estatal se ha convertido en bién una ruleta de millonaria

Atentar contra cualquier forma de desarrollo y progreso puede ser un acto ilegal. Pero negociar malamente –con impunidad, premeditación y ventaja– en desmedro de la ya maltratada infancia y juventud de este país es algo criminal, abominable. Y máxime cuando esos actos parecieran tener la anuencia o la maldita ceguera de las autoridades.
Este tema de la adquisición de las tablets tiene demasiadas aristas y ofende a la población pequeña de nuestro país, atenta contra el derecho a una educación de igual calidad y contenidos para todos, y juega a perdedor con el futuro de la patria. Si a estas alturas ya podríamos decir que el año escolar está prácticamente perdido, ¿cómo es posible que este Gobierno, que quiere ser el paladín de la lucha contra la corrupción, siga intentando favorecer a empresas que son incapaces de atender lo que se requiere?
Los problemas de las tablets no los señalo yo; es la Contraloría General de la República la que ha encontrado severas deficiencias en el proceso de adjudicación de compra, indicando varios errores y dificultades, tanto a nivel financiero como a nivel técnico, ya que la adquisición no se limita a miles de tablets, sino también abarca a cargadores solares y a servicios de conexión móvil.
Al margen de varios detalles, se supo que la empresa elegida no contaba con respaldo suficiente ni en la banca nacional ni en la extranjera. De manera que, en caso de incumplimiento del contrato, el Estado peruano no tendría manera de ejecutar las garantías, ya que presentó una garantía bancaria, asociada a una entidad que no se encuentra en los registros del Banco Central de Reserva. Es decir, no es integrante de la relación de bancos de primera categoría. Dicho, en otros términos, la institución que ha dado el respaldo y aval, por una cifra cercana a los US$ 200 millones no ofrece garantías suficientes, en opinión del BCR, de cuya objetividad y criterio nadie puede dudar.
Entonces, ¿quién debe salir a dar una respuesta al pueblo peruano? Sería sin duda el Ministerio de Educación que, una vez más, muestra incapacidad para manejar aspectos neurálgicos de su función. Es que aún no nos damos cuenta que sin educación y sin cultura, no hay futuro.
Hasta en dos oportunidades, cuando menos, el Diario Gestión ha publicado sendos informes sobre este asunto espinoso para el futuro de la educación en el país. Educación que no llega aún a las zonas alejadas, que no alcanza a cientos de miles de niños y jóvenes que, de hecho y aunque cuesta escribirlo y asumirlo, están quedando fuera, en muchos casos, de acceder a una educación superior; y por lo tanto, quedan al margen de posibilidades laborales que les permitan superar la extrema y creciente pobreza en la que viven, y de la que posiblemente no podrán salir en más de una generación.
¿Es ese el Perú sin corrupción? ¿Es este el Perú “primero”? ¡Claro! Primero para los de arriba y muy último para los de abajo. Primero para los intereses de pocos y muy postergados los intereses de la mayoría. Esta compra de tablets parece también una ruleta de millones; las cifras suben y bajan y los valores de los elementos ofertados se van adecuando para poder obtener la buena pro definitiva.
El diario citado señala, por ejemplo, que solo en lo que se refiere a los cargadores solares, la Contraloría General de la República detectó un incremento del 71% respecto al costo original. Es imposible no sentir vergüenza e indignación porque el descaro y la ambición de lucrar a cualquier costa parece no tener límites. No quiero pensar en si es que entre los asociados a la empresa a la que se la pretendía adjudicar la buena pro pudo haber más de un honrado padre de familia que elevó su voz de protesta, ante el cobro de algunos colegios a los que se les criticó porque no daban (en tiempos de pandemia, Covid-19 y aislamiento) el servicio que se había ofrecido antes de esta situación de emergencia sanitaria. Espero que no. Creo que el descaro debe tener un límite.
Quizá, como a veces creemos estar en el país del “nunca jamás” o en los territorios de la más positiva fantasía, al momento de la convocatoria el Ministerio de Educación no se percató de que en muchísimas zonas del país y en áreas de la propia Lima, hay ciudadanos que carecen de luz eléctrica, que no somos un país digitalizado y que, por lo tanto, estamos lejos de acceder mayoritariamente a las tecnologías de punta. Sin contar con la necesidad de crear contenidos adecuados, instruir y formar a los docentes en estas nuevas propuestas.
Lo cierto es que, después de este último 28 de julio me queda claro que la fantasía se ha instalado, que los sueños volátiles se expresan con ligereza y que hay quienes, ostentando autoridad, viven en un universo de pompas de jabón. Pero la cruda realidad es otra: nos hemos empobrecido. Y la mayoría de nuestra población sufre abandono, enfermedad, muerte, carencias y están al margen de la modernidad. Agreguemos a ello una mayor postergación en los temas educativos.
¡Ay, Perú, cómo dueles!
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