Heriberto Bustos
La sopa de letras
El nuevo formato de evaluación por competencias

El Ministerio de Educación ha anunciado que “las notas de los estudiantes de secundaria de colegios públicos y privados se expresarán desde este año escolar 2019 en letras AD, A, B y C, de acuerdo con la Evaluación por Competencias, al igual que ya ocurre en inicial y primaria”. Ante ello han aparecido una serie de opiniones (válidas o no) fundadas en la teoría de la evaluación, el buen gusto o la práctica cotidiana, intentado explicar un asunto de serio contenido pedagógico, centrándose en la forma y no en el fondo.
Nada más errático e inoportuno que el Ministerio de Educación pretenda sorprender a los docentes de secundaria con el cambio de números por letras en la forma de calificación, aduciendo que resulta un método más objetivo, cuando toda evaluación es de por sí es subjetiva. Sobre todo en una coyuntura en la que la ola del protagonismo popular está en auge, y las voces de las regiones empiezan a pedir participación en la determinación de políticas.
Todos sabemos que los números o las letras no expresan la evaluación ni modifican la médula del sistema de evaluación. Se trata de una forma de calificación que representa la graduación de una escala establecida, que se expresa ya sea por una puntuación o una denominación, que se asigna a una persona para valorar el nivel de suficiencia o insuficiencia de los conocimientos o formación mostrados en un examen, un ejercicio o una prueba.
No cabe la menor duda de que se trata de un tema importante en materia de acercarnos a los avances de educativos, Eso explica por qué esta decisión se ha convertido en un tema polémico; sin embargo, por las circunstancias descritas y el desconocimiento del verdadero significado de esta modificación —tanto para los propios funcionarios del ministerio, las UGEL y los maestros— resulta una improvisación ministerial, que expresa un transitar a la deriva de la máxima instancia educativa del país.
Si en su intento de explicar las razones del cambio en las calificaciones de los estudiantes, la afirmación de la viceministra de gestión pedagógica del Minedu ("La evaluación vigesimal trae una serie de imprecisiones. Qué diferencia hay entre 15 o 16 de nota, o un 17 o 18")*, fuese sostenible, nos ahorraríamos preguntarle en primer término: ¿por qué las letras si resultan precisas? Y en segundo lugar, ¿por qué complicar más la situación dejando de lado las escalas AD (logro destacado), A (logro esperado), B (en proceso), C (en inicio) que se viene aplicando en el nivel primaria, para asumir las escalas LMS (logro muy satisfactorio); LS (logro satisfactorio) LB (logro básico) y LI (logro inicial)?
Que una viceministra salga a explicar “su innovadora” propuesta de calificación sin entenderla ella misma es una burla a los profesores, a los padres de familia y a la población en general. Y si como parte de las competencias, que dice han de evaluarse, se aplicara una autoevaluación, dar un paso al costado —sin que se lo pida su ministro o el Congreso— sería un gesto que probablemente obtendría una alta aprobación, sin interesar el sabor de su sopa de letras. Pero como dice el dicho, “la pita se rompe por el lado más débil”, no resultaría nada extraño que otro(a) funcionario(a) resulte asumiendo individualmente la responsabilidad de esta tremenda irresponsabilidad colectiva.
No está de más recordar que los errores constituyen oportunidades para avanzar. Y en tanto el tema ha movilizado o sacudido a los agentes educativos, resulta oportuno retomar los caminos de consulta y compromiso. Las regiones siguen pidiendo la palabra, y los decisores de políticas, amparándose en normas y subterfugios los siguen ignorando. Algo que en un escenario de fortalecimiento de la democracia resulta un gravísimo error.
*El Comercio Notas en libretas de secundaria serán letras y ya no números, ¿cómo será la calificación? 31-01-19
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