Manuel Gago
La nueva carretera central tiene un serio opositor
Productores del centro miran hacia el puerto de Chancay

La nueva carretera Daniel Alcides Carrión –a cargo de la Oficina de Gestión de Proyectos (PMO) del Gobierno de Francia, por convenio entre los Estados peruano y francés–, en estudio en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, es una ruta que unirá la sierra y selva central desde Pachachaca (Yauli) hasta un óvalo de desviaciones en Huaycán (Lima). Pero ya tiene un decidido opositor: el Colegio de Ingenieros del Perú.
No obstante el consenso favorable a este denominado Corredor Verde, peligra su viabilidad y pronta ejecución, y el sueño de la nueva carretera podría convertirse en pesadilla. Si bien el trazo –como otros tantos que fueron desechadas por cuestiones técnicas– puede ser mejorado, no es improvisado, es de larga data y fue delineado por el ya fallecido ingeniero Hernán López, caminante, explorador y estudioso de nuevas posibilidades de transporte.
Por su lado, como si los presupuestos sobraran y se transfirieran con un chasquido de dedos, el CIP auspicia otro proyecto para llegar a Cañete (en lugar de Lima) y al puerto del Callao, dejando fuera de ruta a los vehículos procedentes de la selva central, Pasco, Huánuco y Ucayali. Contra la ruta del Corredor Verde, advierte que esta tiene 50 kilómetros de exceso respecto a la actual carretera, así como zonas de derrumbes, lugares de expropiación de territorios y afectación de lugares arqueológicos. De alguna manera intenta imponerse por el pedestal que ocupa: la última palabra en cuestiones técnicas.
Pero se equivoca. Los argumentos contrarios al trazado del PMO son subsanables. No obstante, si se elige mal, no se podrá recuperar el tiempo ni los recursos desperdiciados. Los 50 km en exceso del Corredor Verde son nada respecto a los 111 km entre Cañete y Lima, y 186 km entre Cañete y Chancay. Asimismo, se deja de lado la relación costo-beneficio, una sumatoria de horas hombres, ahorro de energía y reducción de todo esfuerzo posible. Peor aún: no se mira el puerto de Chancay (75 km al norte de Lima), que estaría listo antes del 2025. Será el puerto comercial más importante del Pacífico sur. El trazo impulsado por el CIP aleja, en lugar de acercar, con el consiguiente incremento de los precios de transporte de personas y mercaderías.
Con la propuesta del CIP las agroexportaciones del centro perderían competitividad y serían aniquilados el 80% de pequeños y medianos productores, parte de la cadena agroexportadora, y se destruiría el desarrollo social y económico de pueblos asentados en la ruta actual. No valora del Corredor Verde el óvalo de desviación en Huaycán. Tres rutas de ingreso a Lima: una por la pista Ramiro Prialé, otra hacia el norte (puertos de Chancay y Callao) y la tercera, para vehículos livianos, por Cieneguilla. La propuesta del Colegio de Ingenieros solo ofrece un ingreso a Lima: por Cañete, por la Panamericana Sur que será peligrosamente congestionada hasta en un 60%, según David Fairlie, ingeniero de transportes.
Pero no aprendemos la lección. Las obras necesarias continúan en espera y se juega con las aspiraciones de los ciudadanos. El Trasandino tuvo su momento, vía sólo para trenes, para transportar minerales (multimodal dijeron para captar atenciones). El Metro de Huancayo, una burla descarada y de mal gusto. El aeropuerto de Orcotuna, impulsado por Vladimir Cerrón, sirvió para avivar ridículos localismos y malgastar fondos públicos teniendo a menos de media hora el aeropuerto Francisco Carlé en Jauja. Ya sabremos, entonces, si el Corredor Verde va o no y quienes son los actores de su éxito y fracaso.
El progreso de los pueblos es afectado por no sumar esfuerzos hacia la misma dirección. La carretera central seguirá congestionada y, en temporadas festivas, con el tránsito restringido para los vehículos pesados, con las consiguientes pérdidas económicas para transportistas y propietarios de mercaderías. Y nos preguntaremos ¿dónde estuvieron los indicados señalando la ruta a seguir?
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