Cecilia Bákula

La Navidad y nuestras vidas

Recuperar el sentido original de la festividad

La Navidad y nuestras vidas
Cecilia Bákula
20 de diciembre del 2020


Conforme se va acercando cada año el 25 de diciembre, el mundo empieza a vivir a un ritmo distinto, a una velocidad mayor. Distintos sentimientos se agolpan en nuestras mentes y en nuestros corazones.

Quizá no nos hemos dado el tiempo para ahondar en las razones de esos sentimientos que, lejos de estar enmarcados en la alegría de la fiesta que celebramos, pareciera que nos sumergen en tristeza y melancolía.

La Navidad ha sido transformada tan hondamente que no alcanzamos a rescatar su sentido pleno; máxime en este momento en que el mundo se debate en un punto de inflexión en su historia social, política y, sin duda, médica.  El Covid-19 llegó este año y nos impuso nuevas formas de trabajo, de conducta y de socialización. Y la Navidad nos encuentra en un momento de recrudecimiento de esta pandemia que ha enlutado a muchos países, a muchas familias, a muchos amigos.

Estábamos acostumbrándonos a creer que la Navidad está destinada –por presión de muchos medios y por la publicidad comercial– a perder  su sentido religioso, pues iba ganando un severo y peligroso consumismo.  Hoy,  las circunstancias nos obligan a tratar de recuperar el sentido primigenio de la fiesta en la que celebramos y recordamos el nacimiento de Jesús: la irrupción de Dios en la vida de los hombres, el momento en que la historia del hombre cambia y todo adquiere un sentido de plenitud, aun aquello que nos pueda resultar más doloroso o incomprensible.

Hoy necesitamos recuperar ese sentido primero, pues la Navidad será vivida de una manera singular, ya que las actuales circunstancias así lo obligan. Pero es una oportunidad para afianzarnos en la fe y en la esperanza que esta pascua nos trae. Fe en el nacimiento de Dios que se hace hombre, y esperanza en que con ese hecho se abre la puerta a nuestra salvación.

Como ha dicho el Papa Francisco: La Navidad de la Virgen María y San José: ¡no fue de rosas y flores! ¡Cuántas dificultades han tenido! ¡Cuántas preocupaciones! Sin embargo, la fe, la esperanza y el amor los guiaron y apoyaron”. Si hacemos un alto y reflexionamos sobre esa primera Navidad veremos que la riqueza está en la pobreza, la felicidad en el amor, y la alegría en la esperanza y el mañana, en manos de Dios. Sin duda, esta es una fecha cargada de enseñanzas, de símbolos y de riqueza para nuestra vida.

Pienso que en el Perú necesitamos todos aferrarnos a la riqueza del mensaje navideño para recuperar los conceptos de solidaridad, empatía, unión y respeto, para soñar con que un nuevo horizonte asome en nuestra patria y que nos permita amanecer a un mundo diferente. Sobre todo, a un mundo con esperanza e ilusión.

¡Feliz navidad! Significa querer que todos reciban este mensaje, lo compartan y les permita comprender la alegría de que el Niño Dios nazca en nuestros corazones.

Cecilia Bákula
20 de diciembre del 2020

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