Alejandro Martorell
La Hidra de Lerna y el progresismo
El progresismo confunde decadencia con progreso
El monstruo policéfalo del progresismo es el mayor engendrador de males universales. Su simiente se ha esparcido por todo el orbe y su crecimiento ya no depende del terreno, pues brota en terreno pedregoso, entre cardos, e incluso en tierra buena. No hay resquicio donde no brote el perversamente multiforme progresismo y genere, con sus propiedades malévolas y abundantes malos frutos, gravísimos desórdenes en la sociedad.
Si agudizamos la mirada, hallaremos notables semejanzas entre el progresismo y el monstruo mitológico de la Hidra de Lerna. Ambas son criaturas intrínsecamente malas, ambas tienen el signo de la devastación y la desgracia, ambas llevan en sus entrañas el líquido venenoso letal, pero también ambas son combatidas vigorosamente por fuerzas que procuran el bien, pues, así como Hércules y su sobrino Yolao, cercenaron y quemaron las cabezas del monstruo de hálito mortal, así también nosotros, resistimos con espíritu indómito y enfrentamos con virtud e inteligencia los avances del perverso monstruo del progresismo.
Sostenía san Pío X en su Catecismo Mayor de 1905, que el protestantismo es el compendio de todas las herejías, mutatis mutandis, el progresismo es el compendio de todos los males, pues en su vientre conviven la destrucción consciente de los valores morales, el repudio de la dimensión trascendente del ser humano, el relajamiento de las costumbres, la desnaturalización de la familia, el vicio del adanismo, la dictadura del relativismo, el ideal freudiano de la hipersexualización, la torsión desvergonzada del lenguaje, la exclusión de la razón, el predominio de las alteraciones mentales, la sofística más especializada, entre tantas otras morbosas orientaciones.
El filósofo Silvio Maresca, hombre de verbo fluido, y gran conocedor de nuestras sociedades contemporáneas, comprendió lúcidamente el progresismo. Él decía: “el progresismo confunde decadencia con progreso”. Sentencia breve pero lo suficientemente esclarecedora como para entender que todo aquello que el menospreciado sentido común reconoce como perjudicial para la salud de las inteligencias y la acción social, el progresismo, por el contrario, se empecina en exaltarlo como virtuoso.
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