La familia como fundamento de la sociedad

Aristóteles, el filósofo que fijó los soportes perennes y los principios fundamentales de la ciencia política, sostenía que el hombre es un ser naturalmente sociable y que el origen de esta sociabilidad se hallaba en su propia naturaleza. Para él, el hombre es un zoon politikón – “animal político”. Es decir, alguien dotado de logos (discurso racional), que además tiene una tendencia irreprimible a asociarse con otras personas y vivir en una comunidad. Como si existiera una ley grabada en la naturaleza, el hombre buscará en su deseo superior de perfeccionamiento, unirse y vivir comunitariamente. Podemos decir: “En el ser humano hay una irrenunciable dimensión a la vocación comunitaria”.

La mirada de Aristóteles es teleológica; es decir, mira las cosas ultimas, la meta, el fin. Para él, el destino del hombre es vivir en la polis. El estagirita razona de la siguiente manera: Primero surge la familia, las familias asociadas constituyen las aldeas, las aldeas agrupadas forman una unidad política y así se forma de manera progresiva la polis. La comunidad política aparece como exigencia de la misma naturaleza del hombre. Vemos que el fin último es la polis y el origen o principio; la familia.

Siguiendo la línea de la filosofía política clásica, abordemos de manera breve el pensamiento político de san Agustín influido por Aristóteles. La toma de Roma en el año 410 por el bárbaro Alarico fue el motivo principal para escribir De Civitate Dei (La Ciudad de Dios) redactada de manera interrumpida entre los años 410 al 426. Agustín de Hipona trata el tema de la comunidad política y piensa, aunque con matices, de manera semejante al filósofo Aristóteles.

Agustín de Hipona concibe la naturaleza humana como esencialmente social y explica cuál es la génesis de la ciudad mediante un análisis secuencial. Sigue estos pasos: La comunidad constituida moralmente para la satisfacción de las necesidades cotidianas es la casa (la familia), y la primera comunidad constituida por varias casas en vista de las necesidades no cotidianas es la aldea. La comunidad perfecta de varias aldeas es la ciudad, que surgió de la necesidad de vivir bien. Nuevamente, la familia aparece como el sustento primordial de todo el orden social existente.

No es solamente fundamental la relación familia – comunidad política en la tradición filosófica occidental, también hallamos en otras latitudes una asignación de importancia decisiva a la familia. Trasladémonos al siglo V a de C. a la antigua China, tomando como modelo de referencia al maestro Kungtsé, que, latinizado por los jesuitas del siglo XVI, principalmente por el teólogo Matteo Ricci, es más conocido como Confucio.

En las Analectas, el maestro Confucio enseñándole a un discípulo suyo, le dice: “La Piedad Filial no sólo significa sostener y ayudar a nuestros mayores, pues entre los perros y caballos también se encuentran muchos rasgos de esta virtud. Tiene que existir, además, otro factor y ese factor es la reverencia – el respeto, gracias al cual nos distinguimos de los animales”. Y también sentencia el maestro: “El hombre superior respeta a todos y se respeta también a sí mismo, pues él no es más que un brote de sus padres. Si no se respeta y cuida a sí mismo, ofende e injuria con ello a sus padres”. Vemos que, en la China antigua, también se le daba un respeto inconmensurable a la familia.