Jorge Varela

La generación del barranco

Una generación arrogante e intelectualmente impúdica

La generación del barranco
Jorge Varela
15 de agosto del 2022


En la historia de un país existen momentos en que sus habitantes experimentan la sensación de caminar en un desfiladero abrupto y peligroso: a un lado la pared rocosa de la senda, a la cual asirse desesperadamente para no caer al precipicio; al otro –si giran la mirada– un vacío profundo que les produce vértigo. 


La arrogancia de una generación autoiluminada 

Cuando se es joven no se advierten los riesgos que significa la travesía por caminos tortuosos. A esa edad la obsesión seductora que acelera los latidos es la aventura, el disfrute loco de la vida, el afán por saciar el deseo ardiente de poder. 

El capital de toda juventud suele ser la rebeldía imprudente, no la cantidad de criterio riguroso, mucho menos ese diploma esquivo que certifica ciertos conocimientos, nunca la experiencia madura de los años. Por eso en su impudicia intelectual, abundan los jóvenes que no dudan –llegado el caso– en hacer alardes de arrogancia y desprecio para con sus mayores. Es lo que se ha constatado en Chile a casi seis meses del acceso al poder de una generación compuesta mayoritariamente de efebos dispuestos a refundar todo a partir de cero. Lo desconocido era la modalidad que aplicarían: si comienzan hacia arriba o hacia abajo de cero; era una duda que alimentaba especulaciones y malos presagios. 

Ahora que un jerarca de calva rapada, ufanándose de su ‘superioridad moral’, ha dicho lo que él y sus compañeros debieron callar: que su escala de valores y principios supera no solo la del gobierno anterior, sino la de las generaciones que les antecedieron, los ciudadanos ofendidos sabrán a qué atenerse. ¿De qué criadero salieron estos especímenes singulares?


Lo que oculta el momento gramsciano

Una de las explicaciones a las que se ha recurrido para anestesiar incautos ha sido difundir a modo de justificación, que el país se encontraría en un ‘momento gramsciano’; es decir, cuando lo viejo se desvanece, pero lo nuevo no logra nacer. ¿Es tan cierta dicha afirmación? 

Pablo Ortúzar ha escrito que “la generación de Boric no tiene intelectuales pensando”. “La izquierda joven controla casi todo el campo académico en Humanidades y Ciencias Sociales, pero lo más que ofrecen es pandereteo virtual, matonaje a la disidencia y disquisiciones sobre táctica y propaganda” (“Remedio a la arrogancia política”. La Tercera, 6 de agosto de 2022) 

Dos de los ideólogos de la nueva izquierda que Ortúzar cita –Fernando Atria y Carlos Ruiz Encina– pertenecen a esa generación censurada por Jackson. Basta leerlos para entender “lo que hay detrás de la postura del ministro: una dura condena política y moral contra quienes aparecen como cobardes, vendidos al ‘neoliberalismo’ y enemigos de las fuerzas sociales” (“Neoliberalismo con rostro humano”, de Atria, y “Perfilar la nueva sociedad desde las luchas actuales”, de Ruiz). 


¿Qué será lo que quiere Jackson?
 

¿Cómo podría calificarse el exabrupto jacksoniano de sentirse superior? A juicio de algunos no es posible interpretarlo como un significante vacío en el sentido de representar esa vacuidad a la cual no corresponde ningún significado, sino todo lo contrario; para ser precisos su confesión representa un exceso de significación.

El teórico Ernesto Laclau, quien estudió la relación entre significantes vacíos y flotantes con la hegemonía, sostuvo en “Misticismo, retórica y política que el flotamiento de un término y su vaciamiento son las dos caras de la misma operación discursiva”. Y en “Emancipación y diferencia” expresó: “La presencia de significantes vacíos (...) es la condición misma de la hegemonía” (Jorge Fontevecchia. En Perfil, 6 de agosto de 2022). De modo que incluso si sus palabras se interpretaran como significante vacío, ellas apuntarían siempre en dirección hegemónica. 

Es más, según la opinión de otros, la polisemia (el uso de palabras con varios significados) y la polifonía aportan a la necesidad de emitir mensajes cambiantes que se adapten a las diferentes contingencias como también al grado de ambigüedad imprescindible para llegar a audiencias distintas de manera simultánea, y así dominar distintos campos discursivos. “En épocas en que ninguna identidad es estable, ninguna fijación de significado debería ser estable” (Artículo de Fontevecchia. En Perfil, 6 de agosto de 2022)

Está claro pues, que Jackson ha leído a Laclau y es uno de sus mejores discípulos.


A punto de caer
 

Estos últimos meses han servido para que los chilenos se dieran cuenta de que no solo la conducción estatal ha estado a cargo de una colonia de torpes ‘pingüinos emperador’ y de que en el seno de la Constituyente han deambulado numerosos aprendices de ‘maestro chasquilla’, sino también para asumir que están frente a una generación que no origina certezas ni credibilidad.

Si cayeran al barranco, no tendrían a quien pedirle auxilio.

Jorge Varela
15 de agosto del 2022

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