Tino Santander

La división estremece al Perú

Regiones del sur pactan con Evo Morales

La división estremece al Perú
Tino Santander
18 de diciembre del 2018

 

La sorprendente visita que hicieron al presidente boliviano Evo Morales los gobernadores regionales de Puno, Walter Aduviri, y de Moquegua, Zenón Cueva, deja al descubierto, de parte de estos dos líderes del sur peruano, una visión geopolítica diferente a la que tiene el Estado oficial instalado en Lima. Con su viaje a Bolivia los gobernadores Aduviri y Cueva reconocen el liderazgo de Evo Morales. El viaje tuvo como objetivo negociar la instalación de un ducto de gas y que la empresa estatal boliviana Entel provea de Internet y brinde otros servicios de comunicación. Además, negociaron el aprovisionamiento de úrea para los agricultores y programas de ayuda en salud y educación para sus regiones.

La nueva estrategia geopolítica que plantean Aduviri y Cueva muestra en los hechos el conflicto de intereses que existe entre los pueblos del sur del Perú (Arequipa, Moquegua, Tacna, Puno, Cusco, Ayacucho, Apurímac, Madre Dios, Huancavelica y Ucayali) con la ensimismada clase política limeña,que enfrenta a la corrupción que la corroe. En estas circunstancias la insurgencia de los dos gobernadores sur peruanos plantea una eventual división del país.

Escribo esta nota como cusqueño. Sé bien que en nuestras regiones existe una comunidad social y política imaginada común, y que los mitos del origen del imperio incaico vienen de Puno. Compartimos además una historia, el quechua como idioma principal, un sentimiento de marginación racial y sobrevaloramos lo andino para compensar nuestro fracaso y frustración presente. No aceptamos nuestro lado español como parte constituyente de lo que somos, porque lo asociamos a la conquista y al centralismo prepotente limeño. La inmensa mayoría sentimos que somos peruanos a medias, si es que el Perú existe más allá de las frases marqueteras, falsas y resonantes del poder capitalino. Por eso queremos transformar el centralismo que nos asfixia en un regionalismo positivo que impulse nuestro progreso.

Los héroes criollos y los nuestros simbolizan dos mundos antitéticos; tenemos dos visiones contrapuestas de la historia sobre la independencia y de la guerra con Chile. Mientras el Perú costeño destaca el heroísmo de Grau y Bolognesi, nosotros en el sur destacamos a Túpac Amaru y Cáceres como los grandes líderes de la resistencia andina. El mito que considera a los limeños y costeños aliados de los virreyes y traidores en la guerra con Chile es abrumador. Sentimos que nos divide la historia, la cultura y la política. Y aunque existe hegemonía de la economía capitalista, no hemos logrado integrarnos con el Perú criollo.

En Lima la globalización es percibida como negocio aprovechable; en el sur, como saqueo de nuestros recursos naturales por las transnacionales. Los cusqueños no entendemos por qué regalamos el gas a US$ 0.53; por qué las mineras no contribuyen con sus enormes ganancias al desarrollo de la agricultura; por qué el ingreso del parque arqueológico no se queda en Cusco y Puno y se va a Lima, a pagar a una burocracia corrupta como la del Ministerio de Cultura; por qué tenemos que depender de Lima para hacer obras de infraestructura y por qué tenemos que compartir nuestros recursos naturales con Lima, que solo nos devuelve las sobras miserables. En el sur estamos convencidos de que somos pobres porque el centralismo gobierna. Los pueblos sureños queremos tomar el control de nuestros recursos, y ya empieza a nacer un pujante nacionalismo separatista. Mientras tanto, los políticos, empresarios, sacerdotes, intelectuales y periodistas capitalinos siguen inmersos en sus confrontaciones inmundas.

La primera clarinada fue la movilización campesina en el VRAEM que demandaba constituirse en una región, aspiración que fue impulsada por los analistas militares y activistas políticos. Pero a pesar de que no lo consiguieron, los campesinos idearon fraccionarse en distritos para acceder a los recursos y servicios del Estado. Esta fue una silenciosa revolución regional y municipal fallida, porque el Estado fue incapaz de conducirla.

Afrontamos un reto apremiante, similar al separatismo de Cataluña en España. A partir de enero nace una nueva coalición política que tiene como referente a Evo Morales y la revolución boliviana. En tanto, Vizcarra en Lima sigue perdido combatiendo a la corrupción que lo envuelve y al Congreso desprestigiado y repudiado.

El Perú no es de oro y esclavos como pensaba Bolívar con tanta rabia, sino un país dividido en dos o tres partes, con regiones en busca de un mejor destino.

 

Tino Santander
18 de diciembre del 2018

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