Juan Sheput
La Constitución por los suelos
Gabinete ministerial se niega a presentarse ante el Congreso

Dime de qué te jactas y te diré de qué adoleces, dice el viejo aforismo. Y vaya que tiene razón. Cuando, como consecuencia de una crisis política de la cual él fue parte, Martín Vizcarra asumió la jefatura fue el único presidente que, en lo que yo recuerdo, mencionó dos veces a la Constitución Política en su fórmula de juramentación: primero para justificar la sucesión a Pedro Pablo Kuczynski, segundo para hacerla respetar. Por lo visto a la fecha, poco le importa a Vizcarra lo que juró.
No me voy a referir en esta oportunidad a la inconstitucionalidad del cierre del Congreso anterior. Ese es asunto que se verá en un futuro. Me referiré a lo acontecido hace un par de días en la conferencia de prensa que usualmente da al mediodía el mandatario. En la convocatoria del 19 de mayo el premier Vicente Zeballos, literalmente, se burló del contenido del mandato constitucional al decir, de manera ligera, que a su gabinete no le corresponde acudir al llamado del Congreso para el voto de investidura y la rendición de cuentas por los actos del Gobierno durante el interregno parlamentario. En la práctica, con sus declaraciones, se zurró en los artículos 130 y 135 de la Constitución. Y lo hizo con la avenencia del presidente Vizcarra, quien con su silencio y participación en el evento avaló lo dicho por quien preside su Consejo de Ministros.
Quiénes minimizan lo dicho por Zeballos nos recuerdan su analfabetismo constitucional. Yo pienso que no es así. Por más que se sepa que el señor Vicente Zeballos ha demostrado siempre enredo y debilidad en sus argumentos jurídicos, esta situación no debe pasarse por alto. Se trata de una burla literal a la Constitución y al Congreso, al pretender hacer política barata con uno de los instrumentos esenciales de nuestro contrato social, como es la rendición de cuentas y la división de poderes.
La actitud de Vicente Zeballos demuestra que al Gobierno de Martín Vizcarra no le importa el orden constitucional. En ninguna democracia que se respete, el principal colaborador del presidente puede hacer lo que se le da la gana con la Constitución. En otro sistema político la permanencia del gabinete de Zeballos habría sido liquidada con sus declaraciones. Pero aquí no, pues estamos en el Perú, en donde padecemos de una democracia precaria que Martín Vizcarra se empeña en hacer más débil aún. En ese sentido, dudo que el parlamento plantee lo que corresponde: una acusación constitucional. Se quiere evitar la imagen de una confrontación. Grave error. Así el parlamento no cumple con su rol fundamental: hacer respetar la Constitución.
La banalización del respeto a la Constitución lo ha impregnado todo. Lo declarado por Zeballos no es motivo de escándalo para políticos, medios, opinólogos o representantes de la sociedad civil. Es parte de la “nueva normalidad”, esa que intenta imponer Vizcarra; pero que no logrará mientras existan demócratas que insistan en luchar para evitar esta suerte de nuevo orden chabacano.
COMENTARIOS