Cecilia Bákula

José Sabogal y el despertar del Perú al arte

Plasmó el alma del país en sus múltiples manifestaciones

José Sabogal y el despertar del Perú al arte
Cecilia Bákula
24 de abril del 2022


José Sabogal, uno de los grandes artistas de nuestra historia, nació el 19 de marzo de 1888 en Cajabamba, Cajamarca. Él perteneció a la extraordinaria “Generación del Centenario” en la que, en todo ámbito del quehacer, destacaron personajes ilustres que aportaron a la creación y construcción de nuestra historia e identidad nacionales. Ese despertar al nuevo siglo obligaba a los jóvenes de entonces a deslumbrarse por el descubrimiento del Perú en su historia, su naturaleza, su multiculturalidad y sus potencialidades.

Es en ese momento tan singular en el que aparece la figura de José Sabogal Diéguez quien, como muchos otros extraordinarios provincianos, llegaron a Lima, ciudad en la que era posible percibir variados síntomas del cambio general que empezaba a manifestarse no solo en lo político, ideológico y social, sino con gran contundencia en el arte. Él será parte de una nueva y emergente sociedad pues Lima iba dejando de ser el eje de la sociedad señorial tradicional y se transformaba poco a poco en la ciudad en donde estaba todo el Perú y todas sus manifestaciones. En ese proceso de búsqueda y descubrimiento, Sabogal significó una nueva respuesta a través de la cual se forjaría un estilo pictórico auténticamente peruano con el que logró encauzar la búsqueda de los jóvenes artistas. 

Sabogal ingresó a la recientemente creada Escuela de Bellas Artes, que por entonces estaba bajo la dirección del gran maestro Daniel Hernández y si bien su propuesta de tratar los temas peruanos como el paisaje, los oficios, los hombres, la geografía y las costumbres pudo tener una cierta reticencia por parte del academicista maestro, fue Hernández quien con gran generosidad entendió que no se podía contener la fuerza de la nueva propuesta artística pues el Perú despertaba en todos los ámbitos y conocerlo, hablar de él, representarlo y estudiarlo eran necesidades imperiosas en aquel momento. Es así como a partir de la propuesta de Sabogal, la producción plástica de entonces empieza a inspirarse en la compleja y rica realidad nacional y forma parte, de alguna manera, del intento siempre actual de construir la identidad cultural de nuestro país que debe tener en cuenta la esencia pluricultural y multiétnica que nos caracteriza. 

Es entonces hacia la década de 1920 en que se puede detectar esta fuerza plástica que de manera general se ha denominado “Indigenismo”, dada la voluntad expresa de los artistas de orientar su creación hacia formas y temas que se adentran en el sentimiento y en el alma de los pueblos. Ese calificativo les fue puesto aun cuando el propio Sabogal señalaría lo siguiente: “... no soy un indigenista, pese a que haya pintado mucho a los indios y tampoco soy un españolista, aunque mi sangre sea española".

Su inquietud por lo propio se inicia desde muy joven; se enamora de su tierra, de su gente, de la luz serrana, de la naturaleza y desea ampliar su horizonte, sabiendo que será en el Perú en donde encontrará siempre la inspiración que necesita. No obstante viaja a Europa y queda maravillado con la cultura clásica y más absorto, aun con el telúrico arte mexicano que lo envuelve y, sin duda, le da respuesta a muchas de sus inquietudes artísticas.

Con ese potencial en el alma, su potente estímulo fue abrazado y respaldado por no pocos y entusiastas seguidores; José Sabogal marcó un hito en la plástica peruana; él encontró inspiración suficiente y admiración plena en temas cotidianos, detalles de arquitectura, tradiciones y costumbres de diversas regiones, actividades de cada día y rostros propios de la vida del hombre del interior del país y de las zonas andinas. Conquistó al público y a muchos jóvenes artistas quienes empezaron a preferir los temas locales y, de alguna manera, se enfrentaron a la tradicional plástica academicista, inspirada en la realidad europea. Para Sabogal, el Perú lo tenía todo y ofrecía toda la inspiración que un artista pudiera necesitar.

Es así como lo vemos formando un grupo muy íntimo conformado por Julia Codesido, Enrique Camino Brent y Camilo Blas, alias de Alfonso Sánchez Urteaga. Con ellos recorre el país, se deja impresionar e impregnar de patria, de peruanidad, de pasión. Tuvo muchos otros seguidores pues la corriente “peruanista” a la que él dio inicio como profesor de pintura en la Escuela de Bellas no concluyó con su fallecimiento en 1956 y sigue siendo una propuesta vigente. Gracias a él, nuestro país se afianzó como tema sustantivo para todos los artistas que utilizando mil y una técnicas, dieron rienda suelta a sus capacidades para captar la esencia de una realidad tan exquisita como la peruana que será motivo imperecedero de inspiración. José Sabogal enseñó que con respeto y admiración inagotables, los temas nacionales, humanos, culturales podían ser plasmados en todo tipo de soporte y que no era privativo de su grupo de artistas cercanos el trabajar con pasión la riqueza de imágenes que el Perú ofrece.

Cabe señalar que la plástica que Sabogal desarrolló y enseñó, no buscó jamás asociarse a un activismo que pudiera asociarse hacia lo que se ha llamado el “renacimiento indígena”. Sin duda él pone de manifiesto el valor del mestizaje y de la riqueza de todos los “mundos” que están incluidos en el ser peruano y buscó despertar el asombro y la admiración hacia la infinita inspiración que nuestra patria le ofrecía, pero en nada se vinculó con una propuesta ni acción política. Preguntado al respecto señalará: "Soy demasiado libre para suscribirme a algún credo político".

Y con esa libertad como bandera y el Perú como pasión, José Sabogal se abocó a plasmar el alma del país en sus múltiples manifestaciones. Grande fue su aporte y muy potente su vitalidad para contagiar a toda una generación de la pasión por la belleza del Perú y su gente.

Cecilia Bákula
24 de abril del 2022

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