Heriberto Bustos
Igualdad e inclusión: interesadas distancias
Tras 200 años de vida republicana, en el Perú se mantiene la exclusión

En el desarrollo de la humanidad se han sucedido una serie de hechos o circunstancias adversas con las que nuestros antecesores tuvieron que lidiar para vivir en armonía. Un aspecto central lo constituye el nivel de organización del Estado; los sistemas de gobierno fueron transitando desde la concentración del poder en una sola persona, sin mecanismos de control (autocracia), hasta los que incluyen la participación de los pobladores en la toma de decisiones (democracia).
Ambos fueron impulsados o fomentados por ideas políticas, de las cuales, sería la revolución francesa con sus tres ideas fuerza –igualdad, libertad y fraternidad– la que marcará el compás de las ideas republicanas y democráticas. En ese transitar se fueron separando los “defensores” o propugnadores de la igualdad y la libertad, los primeros se atrincheraron en lo que conocemos como tendencias de izquierda, mientras los segundos no tuvieron mucho que escoger y se asumieron de derecha. Lamentablemente la fraternidad permaneció huérfana, y con ella, los valores enflaquecieron.
De este modo, la “lucha por la unidad” se fue reduciendo al enfrentamiento entre los que tienen o no tienen, quedando los intermedios (“clase media”) parapetados tras un verbo izquierdista, azuzando la confrontación, apropiándose de la voz de otros e impermeabilizándose ventajosamente de esa problemática. Con esa actitud, dejaron de lado a muchos sectores que al no encajar en su visión polarizada fueron invisibilizados; nos referimos a indígenas, “afrodescendientes”, personas con discapacidad, desempleados, comuneros sin tierras, entre otros. Eliminaron de su diccionario (como dice la canción) la palabra inclusión.
Por esa razón, no debe resultarnos difícil entender que tras 200 años de vida republicana la exclusión se mantenga y se exprese tanto en las diferencias económicas, sociales, genéticas y culturales, como en el trato despectivo que aún nos damos entre peruanos. Un ejemplo de ello lo constituyen los resultados electorales; candidatos al congreso que han enarbolado las banderas de la inclusión, no han recibido siquiera el aval de sus propios partidarios, mostrándonos que aún estamos lejos de entender que tras las diferencias subyacen las necesidades de unidad, y que la lucha por la igualdad no es distinta a la búsqueda de la cohesión nacional. Vale decir, a la inclusión. Quienes mostramos interés por la cohesión social en el paí, hemos sido testigos de la tenacidad y esfuerzo asumido como aspirantes a ser legisladores de los “guerreros” por la inclusión, de la forma de vivir esta gesta, de su certeza en el triunfo; y podemos sentir junto a ellos la desazón de los resultados al igual que la fuerza por volver a intentarlos.
Pasaron las elecciones y, sabiendo que la vida continúa, resulta oportuno escuchar a Facundo Cabral cuando señala: “Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿por qué te preocupas tanto?”. También de recordar la afirmación a modo de interrogante de Vincent Van Gogh: ¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo? Y pretendiendo hacer realidad nuestras aspiraciones, sentir el eco de la voz de Martin Luther King en su afirmación: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”. ¡La inclusión, la democracia y los intereses del país, continúan convocándonos!
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