Tino Santander
Haya y Mariátegui, una sola fuerza

Sus seguidores deben dejar las viejas diferencias de lado
Ayer pasé por la Plaza San Martín y escuché un apasionado debate político entre dos jóvenes. Los contendientes exponían y defendían con convicción sus ideas, rodeados de un numeroso público. El debate era entre un hayista y un mariateguista. Reproduzco aquí algunas frases de la agitada controversia.
Hayista: ¡Haya fue superior a Mariátegui! Planteó un socialismo real, mientras que Mariátegui solo fue un soñador.
Mariateguista: ¡Mentira! Mariátegui desarrolló un pensamiento auténticamente socialista. Haya fue un populista y engañó al pueblo".
(Alguien del público grita: "¡no se entiende!")
Hayista: ¡Haya luchó junto al pueblo! Fue perseguido, encarcelado, calumniado; se enfrentó a todos y organizó un gran partido. Mariátegui no luchó por nadie, escribió y murió en su cama.
Mariateguista: ¡Falso! Mariátegui fundó el partido socialista, la CGTP y la CCP. Haya era un caudillo divisionista. Quiso ser el jefe de todo el movimiento popular. Mariátegui lo enfrentó.
(Quienes escuchábamos comenzamos a aburrirnos, muchos se fueron y después de una hora de cháchara los dos contenedores no se pusieron de acuerdo en nada).
Este enfrentamiento callejero es parte del viejo e inútil encono —ya de casi un siglo— entre hayistas y mariateguistas. La escena que presencié es solo un ejemplo de la antigua confrontación que ha generado la división política del movimiento popular peruano. Que lo destruye e impide que se geste la revolución social transformadora necesaria para que seamos la sociedad democrática, moderna y justa que nos merecemos.
La cúpula aprista secuestró y aprovechó la herencia política de Haya, así como la variopinta izquierda aprovechó y secuestró la de Mariátegui. Unos y otros, hayistas y mariateguistas, son incapaces de organizar un movimiento unitario y dividen con su pleito la imagen de los dos grandes pensadores en función de sus conveniencias y de sus prebendas partidarias. Son incapaces de comprender los retos históricos superiores que juntos deberían afrontar.
El desafío urgente hoy es la acción política, con la participación de millones de pobladores, para la reconstrucción de las zonas afectadas por el desastre, una iniciativa clave de la lucha popular. Pero los hayistas y mariateguistas —tal como los dos jóvenes de la plaza San Martín— siguen enfrascados en su enfrentamiento infructuoso e inútil, porque más les interesa su perversa confrontación que la vida de la gente.
Una de las consecuencias de esta pelea es que las mayorías populares se han desplazado hacia los movimientos populistas y antipolíticos, porque no creen en los peleadores. Es en estos grupos corruptos, improvisados, oportunistas y mentirosos que amplios sectores populares encuentran actualmente esperanza y ven la solución de sus problemas. Por su parte, en medio de este desconcierto, el gobierno de tecnócratas de PPK anuncia la reconstrucción con una inversión de US$ 10,000 millones de dinero peruano. La voluntad mayoritaria es que la participación de las poblaciones afectadas debe ocupar el primer lugar en la tarea de la reconstrucción; y no el sector privado, que tiene visión de negocio y no social.
El gran cambio es la participación de los pueblos, y esa debe ser la tarea superior. Hayistas y mariáteguistas tienen que reencontrarse en este esfuerzo, servir unidos a la gente, ganar su confianza y su afecto. Es la forma de darle un nuevo liderazgo al Perú.
Tino Santander Joo
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