Neptalí Carpio
Firmeza estatal ante la migración delictiva
Sobre la Brigada Especial Contra la Delincuencia de Extranjeros

Los sectores que han mostrado oposición a la creación de una Brigada Especial Contra la Delincuencia de Extranjeros están absolutamente equivocados. Sobre todo porque están encabezados por exministros y exdirectores de la PNP que no entienden una nueva realidad en el Perú. Nuestro país, a diferencia de otras décadas, ha pasado de ser un “país de salida” de migrantes a un “país de llegada” de inmigrantes. En realidad, por su magnitud, es un fenómeno que no ocurría casi desde la Colonia y el Virreinato, cuando Lima era el centro de llegada de diversas oleadas de inmigrantes.
Según cifras del Ministerio del Interior (Mininter), en la actualidad radican en el Perú 1.4 millones de extranjeros, siendo la mayor población foránea la venezolana, que llega hasta 863,742 personas. El diagnóstico indica que, así como hay una gran mayoría que viene a ganarse la vida, poner un negocio, buscar un trabajo o desarrollar inversiones, también es cierto que hay una minoría que, aprovechando las facilidades que da el Perú, para el ingreso de extranjeros, lo hacen con el propósito de desarrollar diversas actividades ilícitas: delincuencia organizada, trata de personas, tráfico de drogas, comercialización de billetes falsos, entre otras modalidades. Son, en muchos casos, bandas delincuenciales que tienen conexión con otros países para desarrollar redes internacionales del delito.
Ahora bien, ¿Qué tiene que ver la decisión del Mininter de conformar esta brigada con una supuesta actitud xenófoba? Ninguna. El Perú y el Estado han dado muestras suficientes de tener los brazos abiertos para recibir a inmigrantes venezolanos, colombianos, ecuatorianos, chilenos, españoles, argentinos y de otras latitudes. Pero una cosa es tener una vocación abierta a la inmigración y otra distinta es tener una acción débil y hasta pusilánime frente a una tendencia creciente de un sector minoritario de extranjeros en el Perú, quienes utilizan esta apertura internacional para expandir la delincuencia y otras formas ilícitas de actuación.
Sería muy ingenuo no entender que esta nueva situación requiere una especialización, no solo en la policía, sino en otras áreas del Estado para combatirla. Y así como en su faceta negativa el Estado y, en este caso la policía, tiene que crear un área especializada para combatir con certeza el delito inmigrante, también es cierto que en su faceta positiva, la cual es la más importante e impactante, el Estado, o incluso el sector privado, debe tener una política pública especial y transversal para saber aprovechar las ventajas de la inmigración extranjera a saber: ¿cuántos buenos profesionales de la salud, de las ingenierías o de educación pueden aportar al desarrollo del Perú?, ¿cuánto potencial de inversión traen estos migrantes, en qué áreas lo vienen haciendo y qué facilidades les estamos dando para realizar negocios formales y con responsabilidad?
El problema es que muchas veces el morbo mediático que sobreexpone el delito de los inmigrantes no permite potenciar el lado positivo de todo proceso de migración y que, en los próximos años, mostrará ya un gran impacto socio económico, sociológico y cultural. Por ejemplo, ¿qué impacto tendrá el matrimonio entre extranjeros y peruanos, en las sociedades jurídicas conjuntas y sus costumbres, en los jóvenes migrantes que estudian en el Perú, así como en la propia gastronomía? Si es cierta, aquella cifra de la Direcciones de Migraciones, en el sentido que el 46% de los inmigrantes son profesionales y científicos, habría que validar y corroborar esta información cuantitativa y, de ser cierta en términos cualitativos, se debe aprovecharla para el desarrollo nacional, sobre todo en aquellas áreas donde hay déficit de profesionales.
En el caso de la creación de la Brigada Especial Contra la Delincuencia de Extranjeros en la PNP, si algo hay que criticar al gobierno no es por su creación, sino por su demora por hacerlo. En las sociedades actuales, la migración delictiva utiliza relaciones internacionales, recursos y se intenta fortalecer del mercado negro de armas, utilizando las redes sociales. No solo eso, son bandas que realizan acciones delictivas, pero también, están ligadas al narcotráfico, la minería ilegal, la pornografía infantil y la trata de personas. Para enfrentarla, se requiere un alto trabajo especializado y de un potente servicio de inteligencia y acopio de información. La clave radica en formar un grupo de élite, frente a los intentos de infiltración como ha sucedido en otros países. Esto supone, incluso, tener relaciones con las áreas especializadas de la policía de otros países y, eso, solo se puede hacer con una estructura especializada y, bajo los principios de compartimentalización, entre otras cosas por un tema de seguridad.
La nueva brigada no será una isla. Dependerá de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri) y tendrá una coordinación estrecha con diferentes divisiones de esta unidad policial, enfocándose en atacar delitos violentos a manos de extranjeros, como sicariato, secuestro, cobro de cupos, entre otros. También contará con el apoyo de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior (Digimin), así como de la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional (Dirin) y, de ser necesario, de la Subunidad de Acciones Tácticas (SUAT).
Una acción preventiva y cotidiana de este grupo especializado es evitar la propia utilización de las cárceles como centros de coordinación por parte de los presos extranjeros. Si la información del MININTER señala la existencia de 2,202 presos extranjeros ubicados en diversas cárceles del Perú, es fácil suponer que, de no mediar una acción eficiente de la PNP, las cárceles se pueden convertir en centros de coordinación de ciudadanos extranjeros privados de su libertad para proseguir desarrollando acciones delictivas, tal como ocurre con los presos peruanos. Todo ello, demanda un trabajo especializado y de elite, pero coordinado con otras áreas de nuestra policía.
Una de las maneras de evitar que en nuestra población crezcan tendencias xenófobas es logrando que el Estado combata con toda firmeza a la migración delictiva, distinguiéndola claramente de aquellos ciudadanos extranjeros – los cuales son la gran mayoría – que se dedican responsablemente al trabajo, negocios, inversiones y estudios. En el imaginario común y corriente de la población se tiene que acendrar la idea que hay migrantes malos y migrantes buenos, pero que la gran mayoría son estos últimos. De hecho, ya hemos visto, con mucha simpatía como diversos grupos de ciudadanos venezolanos en las fiestas navideñas hacían grandes esfuerzos por contribuir con un granito de arena a embellecer nuestra ciudad, con motivos propios de la fecha. Esas son iniciativas que el Estado, la empresa privada y los propios medios de comunicación deben potenciar y promocionar.
No seamos ingenuos. La xenofobia puede crecer en el Perú si el Estado no toma posiciones firmes contra aquellos inmigrantes que desarrollan actividades ilícitas, al mismo tiempo que le garantiza a la gran mayoría de extranjeros un lugar apropiado para vivir en paz y desarrollo. Una cosa es tener una gran apertura internacional y otra es caer en la estupidez. Después no nos quejemos, cuando en el Perú –como ha ocurrido en Brasil, EE.UU. y Europa– la xenofobia se expanda, teniendo expresión política, por un enfoque unilateral en el tratamiento del fenómeno inmigratorio.
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