Heriberto Bustos
Entre veletas y marionetas
La crisis del sector educativo al rojo vivo

Si bien en términos generales el futuro del país no depara nada bueno –y si bien la educación es un pilar fundamental en el desarrollo de las personas y, por ende, de la sociedad– resulta preocupante que en poco menos de un semestre hayan pasado por el Ministerio de Educación (Minedu) tres ministros. Dos de ellos actuaron sin voz ni decisiones propias, y luego pasaron al olvido, tras desempeñar el papel de veletas o marionetas, restando sentido y valía a la educación
Estos hechos sucedieron pese a que el sector Educación fue duramente golpeado por la pandemia y es directo responsable sobre cómo se perdieron dos años en el proceso de formación de jóvenes y adolescentes. A pesar de todo estos hechos, los ministros pasaron como veletas. Comportamiento que nos es recordado por el psicólogo estadounidense Larry Niven: “¡Eran marionetas! El enorme, desconocido y racional maestro titiritero les hacía mover los brazos y las piernas y les llevaba de un lado a otro según los dictados de un guión desconocido”.
Lo que aparece como debilidad en cuanto a liderazgo y capacidad de conducción esconde algo grave: no se trata de un problema vinculado a personas o individuos, es un asunto de falta de proyecto educativo para el país y las generaciones del mañana. En el sector Educación todo se reduce a experiencia sindicalista, economicista. Todo se aleja de la calidad educativa y también de la equidad.
En ese contexto, llama la atención cómo varios "comentaristas educativos", conocedores de la problemática social y educativa y del rumbo económico del país, intenten pasar el sombrerito al Gobierno, reduciendo los debates con respecto al inicio del año académico 2022 y los dilemas sobre los “beneficios” de las modalidades presencial, semipresencial o a distancia, el número de horas a trabajarse, el proceso de “recuperación” de lo perdido, las condiciones de bioseguridad de las instituciones educativas. O también si el programa Qali Warma debe ejecutarse en las instituciones educativas o en casa; dejando de lado problemas o situaciones de mayor profundidad.
Recordemos que, durante dos años consecutivos, las responsabilidades del Estado en materia educativa recayeron en directivos, padres de familia y docentes, que laboraron más de lo previsto, aprendiendo aceleradamente el manejo básico de algunas tecnologías de comunicación, soportando el acecho de “especialistas” del UGEL y DRE que retrocedieron profesionalmente en las acciones de acompañamiento pedagógico.
Limitaciones pedagógicas, ausencia de apoyo técnico de instancias del Minedu, escasos niveles de conectividad para los estudiantes, entre otros. Igualmente se dejó de lado el interés de avanzar en el logro de capacidades y competencias previstas en el Diseño Curricular Nacional, llegando a la absurda determinación de abandonar los criterios de evaluación al “otorgar” como una especie de bono educativo la oportunidad a todos los estudiantes de pasar automáticamente de año.
Lo ocurrido ha significado estancamiento y retroceso tanto en los aprendizajes como en la formación personal de los estudiantes peruanos de los distintos niveles. En ese contexto, los desaciertos gubernamentales y la normatividad improvisada e inestabilidad en la conducción educativa, hacen que irónicamente teniendo como Presidente un profesor, se pierda la oportunidad de avanzar.
Pasemos de la pasiva observación de marionetas a proponer y ejecutar acciones educativas serias.
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