Raúl Mendoza Cánepa

En los zapatos del otro

El progreso individual pasa por una educación

En los zapatos del otro
Raúl Mendoza Cánepa
27 de octubre del 2019


Es posible que haya algo de ventarrones bolivarianos idiotas en las turbulencias de Chile o Ecuador. Pero quedarse solo en ese cliché puede ser una desventaja, sería pasar por alto que gran parte de los iracundos no son socialistas ni rojos ni rosados, ni tienen siquiera un color político ni como objeto una revolución. Tienen ira, y la ira es anarquista. La ira se acumula allí donde no se construye ciudadanía.

Chile, aparentemente, no vendría al caso, pero decirlo desde el punto de vista de quien no la pasa mal, tiene una cuota de poder o piensa desde su fecunda estabilidad es decirlo a medias. La ciudadanía es que la cancha se agranda para todos, es cuando nadie queda fuera, cuando tus hijos pueden ir a las mejores universidades y colegios, cuando eres un maestro bien remunerado, cuando tienes un empleo o la esperanza de una feliz movilidad laboral, cuando no pagas con privaciones la ganancia “no justificada en costos” de los que más tienen, cuando no te cargan en impuestos y lastras un tercio de tu trabajo; cuando abres tu bodega y no te la cierran los municipales, cuando en la farmacia no te venden por mil lo que les costó poco producir, cuando no financias con tus impuestos la corrupción del funcionario, cuando la pensión que te aguarda no es zozobra sino sosiego, cuando sabes que existes.

No hay que ser rojo para indignarse. La ira es el termómetro de una sociedad que cuando se observa a tiempo impide que ocurra lo que ocurrió en Chile ¿Y qué tal si tu ser querido es privado de la salud en una clínica de la que tienes que moverlo por falta de fondos? Puedes ser muy liberal y derechista, ¿pero no te pica? ¿Y cuándo sabes que un funcionario o un representante te la jugaron a su chequera pese a que le regalaste el voto o la confianza? ¿Y qué tal si se comieron tu AFP de años para que te lleves una pensión que paga tu luz? No hay mejor favor para el socialismo que un capitalismo que no se entienda desde una república de ciudadanos y no hay mejor manera de entender el capitalismo que desde la educación y la movilidad social de los pobres.

Es verdad que toda sociedad tiene ajustes por hacer. Construir una república es erigir al mérito y no al privilegio público o privado como referente social. En una república el progreso individual pasa por una educación que iguala como oportunidad lo que nació desigual. Hacer república y ciudadanía es educar al punto que el que la hizo bien en la pobre escuela de la ribera le gane el puesto por habilidades a su competidor del Markham. 

Hace más de cincuenta años las zonas Norte, Sur o Este de Lima, eran vastos terrales apenas ocupados por esteras. En las grandes universidades privadas solo se educaban quienes pudieron pagar un buen colegio particular. La clase media tenía la vida “asegurada”. Tanto Matos Mar como Hernando de Soto estudiaron el tema desde perspectivas diferentes, pero dirigidos a lo mismo; más que el desborde fue la movilidad social desde el emprendimiento (y contra el Estado) lo que hizo que esas miles de personas convirtieran sus precarias habitaciones de esteras en casas de cemento o acaso en prósperos cafés, restaurantes o bodegas…, y que sus nietos concurrieran finalmente a esas universidades privadas que, en un inicio, parecía utópico alcanzar. Ciudadanía, república, emprendimiento, educación, competitividad personal, capital popular y movilidad social son claves para que la esperanza supla siempre a la ira. Ya tenemos las claves, pero ¿sabemos cómo trabajarlas?

Raúl Mendoza Cánepa
27 de octubre del 2019

NOTICIAS RELACIONADAS >

La gente está harta

Columnas

La gente está harta

Las encuestas son fotografías: capturan un instante, pero no ga...

03 de febrero
Trump, mi wayki, mi hermano

Columnas

Trump, mi wayki, mi hermano

En 1823, James Monroe, ante el congreso americano sentenció: &l...

27 de enero
Ese otro en ti

Columnas

Ese otro en ti

La política, decía Aristóteles, es la más ...

20 de enero

COMENTARIOS