Heriberto Bustos

En las crisis importa ver el bosque y no el árbol

El manejo de emergencias en Lima Metropolitana

En las crisis importa ver el bosque y no el árbol
Heriberto Bustos
13 de febrero del 2019

 

Resulta común escuchar, frente a cualquier circunstancia, la afirmación ¡no han hecho nada!, o ¡no hacen nada!, asumiendo una actitud descalificadora. Y buscando, por lo general, provocar desencuentros que en realidad constituyen caldo de cultivo para el surgimiento de conflictos. Ese tipo de opiniones se anidan en personas que no tienen información certera y mucho menos la calificación técnica o profesional sobre el tema o materia correspondiente.

Cualquier anécdota tomada al azar nos puede servir para ejemplificar lo señalado. Así, algunos profesores para “mostrar sus calificaciones profesionales" preguntan a sus estudiantes si saben encontrar la raíz cúbica de un número. La respuesta natural y reactiva es “no nos han enseñado profesor”. Y el profesor, sin el mayor esfuerzo, se toma la libertad de señalar “no han hecho nada, el anterior profesor no les ha enseñado nada”, afirmando en ellos una actitud negativa en su capacidad de evaluar. En casa las discusiones de pareja se inician con el término no sabes nada, no haces nada, o no aportas nada; en el trabajo, ustedes conocen con más detalle lo afirmado.

Mientras tanto, en la vida social los que fungen de líderes, y ciertos comunicadores acostumbrados a utilizar el chantaje para lograr algunas ventajas, creen tener “licencia” para descalificar. No resulta extraña la facilidad con que confrontan con las instituciones estatales, tratando de “autoafirmarse” sobre la base de la mentira. Por todos es conocido que la mediocridad busca en la descalificación el pedestal que necesita para sentir su existencia.

En el contexto señalado, interesa referirnos a lo ocurrido hace poco en San Juan de Lurigancho: el aniego de aguas servidas debido a la ruptura de un colector primario de desagüe y el corte de los servicios de agua potable por varios días que se hizo, a fin de reparar la avería, afectó a muchos pobladores. Y como era de esperarse, junto a las voces contra la administración de Sedapal, hubo algunas exigiendo su privatización y la renuncia del directorio, así como del propio ministro de Vivienda.

Actitudes de esta naturaleza no ayudan a resolver problemas en momentos de crisis; por el contrario, generan mayores complicaciones. Opiniones especializadas indican que habrá más dificultades (colapsos de sistemas de distribución de agua y desagüe), y si no conocemos las causales para llegar a ellas y abordarlas, no asumiremos la existencia de un enmarañado sistema de distribución de agua y colectores, acompañados de tuberías de gas, cables eléctricos, formales e informales, entre otros, que existen debajo de Lima Metropolitana (provincia que alberga cerca de 10 millones de peruanos). De modo que cualquier esfuerzo por resolver un incidente será temporal y, por tanto, poco efectivo. Las verdaderas soluciones pasan por el establecimiento de un Plan de Desarrollo Urbano serio y sostenido, que aborde la mejora progresiva y cualitativa de los sistemas de distribución de agua y alcantarillado, asumida como política de Estado.

Las actitudes de descalificación deben preocuparnos, pues ahora —por efectos del calentamiento global— estamos viviendo situaciones o momentos críticos. Allí están los huaycos e inundaciones, especialmente en la sierra y selva del país, con daños cuantiosos que afectan a las viviendas y revientan los sistemas de agua y alcantarillado. Incidirán además en el incremento de las brechas de atención, pues las emergencias que se presenten tendrán que ser atendidas como tales; vale decir, priorizadas, posponiendo otras. Son momentos en que la convocatoria a la solidaridad debe estar acompañada por el justo razonamiento de la situación y sus causas, para prever acciones que corrijan las deficiencias humanas.

Lo señalado, por un lado, de ninguna manera niega la existencia de dificultades al igual que responsabilidades. En términos administrativos, y más aún políticos, refugiarse o esconderse tras la adversidad sin asumir a cabalidad sus competencias, marca una línea divisoria entre la calidad personal, profesional y la incapacidad. Recordemos que antes de opinar o actuar no debemos ver solo el árbol, sino el bosque, pues los detalles impiden una mirada de conjunto.

 

Heriberto Bustos
13 de febrero del 2019

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