Jorge Morelli
Empoderar a un tercero

Para lograr acuerdos políticos exitosos
Lograr un acuerdo político entre el gobierno y la oposición no es un asunto tan sencillo como parece. Primero está la tentación engañosa de confundir el acuerdo con un documento que, inevitablemente, sucumbirá a su vez al canto de sirenas del mar y todos sus pescados: una lista interminable de temas políticos y económicos que, de solo mirarla, convoca al desaliento y devuelve el proceso a la parálisis.
Es necesario eludir esa tentación, que condena la nave al naufragio. Supone una interminable sucesión de discusiones y luego una redacción de imposibles equilibrios que va a acabar con la paciencia de los interlocutores mucho antes de agotar la agenda. Así, pues, para que el acuerdo tenga esperanza de éxito, hay que tomar como Odiseo la valiente decisión de atarse al mástil. Es decir, hay que ser austero en las expectativas y reducirlas a una sola: generar confianza.
Con todo, no es sino la primera mitad del proceso. Tal como se debate un tratado entre países o un contrato entre empresas, una negociación tiene tecnología y el formato es cai siempre el mismo. Si no se produce el milagro de hacer nacer la confianza —a la manera de la mayéutica, el arte socrático de la partera—, cosa que raramente ocurre, la segunda mitad de la negociación pasa a ser la decisiva.
Aquí no queda sino recurrir a un tercero con credibilidad en ambas partes. Si esto es posible, todavía hará falta empoderar a ese tercero, interlocutor moderado de ambas partes, de modo que tenga la capacidad de elaborar y alcanzar propuestas propias, y negociar paso a paso su aceptación en ambas orillas. Tiene que cruzar el puente cuantas veces sean necesarias. Así exactamente se consiguió con éxito impecable, por ejemplo, la paz del Perú con Ecuador. En ese caso el tercero fueron los países garantes del Protocolo de Río. Pero requirió de ambas partes una decisión política previa, incondicional e inquebrantable.
Sin ese factor, no habrá negociación. La mayor parte de los diálogos no llega jamás a negociar algo. Se agotan en los primeros peldaños por falta de decisión política. La condición del éxito, entonces, es la voluntad de sacrificar la propia libertad de echarse atrás, la decisión de atarse al mástil renunciando a arrepentirse. Nada menos.
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
COMENTARIOS