Heriberto Bustos
El sentido ético de la tecnología
La ciencia debe respetar el bienestar colectivo

Tras los resultados del último encuentro futbolístico entre Perú y Brasil, muchos sentimos en el desenlace (2-4) una injusticia, pues nuestros muchachos jugaron bien, de igual a igual. Pero allí estaba como siempre el árbitro, acompañado esta vez de la tecnología, a través del VAR (Asistencia al Réferi por Video), diseñada para evitar “errores” humanos y lograr decisiones adecuadas, cuando ocurren jugadas confusas o dudosas. No obstante, al no ser correcta su utilización, se termina “cargando” contra el VAR.
Retrocediendo en el tiempo, encontramos que en la segunda década del siglo XIX, tras el surgimiento como producto de la denominada revolución industrial de los telares, y con ello de las máquinas de hilar, que amenazaba suplir el trabajo de los artesanos con personal menos calificado y más barato. Entonces surgió en Inglaterra el movimiento Ludista, que llamaba a la destrucción de las máquinas por “atentar” contra la humanidad. Esta corriente realizó algunas acciones en contra de la tecnología de entonces.
Las modificaciones de organismos relacionados con la ingeniería genética, que dio origen a los alimentos transgénicos, ideados para combatir la pobreza, son actualmente rechazadas tanto por los productores agrarios como por los consumidores. Se afirma que afectan a la salud y al medio ambiente. Además, se quiere forzar a los agricultores a la compra de paquetes “tecnológicos” de semillas, herbicidas y plaguicidas.
Otro cuestionamiento a los avances tecnológicos es el relacionado a las vacunas, sustancias destinadas a generar inmunidad contra una determinada enfermedad. Es un tema que, debido a la pandemia que nos acompaña, tiene plena vigencia y trascendencia. La presencia de extraños intereses, que estarían manipulando la vida y salud de los seres humanos, hace surgir voces y movimientos de oposición, que argumentan que el acto de vacunarse supone un mayor perjuicio para su salud que el beneficio que podría aportar.
Para finalizar estos ejemplos, no podemos dejar de lado el relacionado a la fiabilidad del voto electrónico, por su impacto en la calidad y seguridad de la democracia. Con este tipo de voto un ciudadano difícilmente podría comprobar el correcto escrutinio, algo que el actual sistema sí permite.
Los casos expuestos –relacionados con la vida, salud, recreación y ejercicio de ciudadanía– confrontan al hombre con los avances científicos y tecnológicos, y evidencian la existencia de intereses personales o de grupo. Pero pueden desviar nuestra mirada de la importancia del sentido ético en la tecnología, dejando de reconocer que nos enfrentamos a un asunto moral. Esto trae a la memoria la afirmación del físico Michio Kaku: “Tenemos que darnos cuenta de que la ciencia es en realidad un arma de doble filo. Una parte de la espada podría cortar la pobreza, la maldad, la enfermedad y traernos más democracias y las democracias nunca entrarían en guerra con otras democracias, pero el otro lado de la espada podría darnos la proliferación nuclear, biogérmenes e incluso las fuerzas de la oscuridad”.
En el desarrollo de la humanidad importa la certidumbre. En ese sentido los avances científico-tecnológicos generan esperanza si van de la mano con el respeto del bienestar colectivo. Por ello, para dar fin a la constante desconfianza, importa analizar el uso de los conocimientos, independientemente de la manera en que se produjeron, llenándolo de un espíritu ético.
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