Alexis Gonzalez Tello
El gasto público, motor del crecimiento
Pero debe usarse para incrementar la productividad del capital y el trabajo
Nos enfocaremos en la importancia del gasto público en un contexto de reactivación económica. El gasto que el Estado realiza para garantizar los derechos y bienes públicos de todos los ciudadanos (educación, salud, transporte, seguridad) y para proveer bienes y servicios (alcantarillado, electricidad, carreteras). También para pagar los salarios de los profesores, policías y jueces, así como las pensiones de los jubilados. Cobra especial relevancia ante la falta de inversión privada en distintos sectores como educación, salud o seguridad.
¿Influye el gasto público en el crecimiento económico? Sí. De manera simplificada, un aumento del gasto público produce una inyección de dinero que se traduce en incremento de la demanda global y en la producción de bienes y servicios: mayor ocupación, mayor consumo. Genera un círculo virtuoso. Si bien los programas sociales han tenido un impacto positivo y han logrado contener la pobreza, para que el gasto público incida en el crecimiento económico resulta importante que se destine a incrementar la productividad del capital y el trabajo.
No debemos olvidar que la principal fuente de ingresos del Estado son los tributos. De ahí la importancia de ampliar la base tributaria para destinar dichos recursos a financiar obras de infraestructura y programas en beneficio del país.
Cuando la economía recibe recursos del sector público, genera un dinamismo que incide positivamente en el gasto privado y, sobre todo, en la confianza para los inversionistas. A través de un manejo responsable de las finanzas públicas y respetando los topes del déficit fiscal, toca al Gobierno priorizar las inversiones públicas inteligentes, así como impulsar proyectos de infraestructura de envergadura que generen crecimiento y empleo. Si el gasto público está bien priorizado puede proveer los bienes que necesita la ciudadanía para sus actividades. De esta manera, además de dar dinamismo a la economía, generaría empleos directos, producto de la expansión de la inversión pública en infraestructura.
Recordemos a Kurt Burneo, quien en su gestión al frente del MEF en el 2022, aplicó este tipo de medidas, aunque fueron insuficientes para impulsar la economía. Varios economistas explicaron que la minimización de su impacto se debió a que no estuvieron acompañadas de la reactivación de la inversión privada.
Si bien para el mayor crecimiento se requiere que el gasto público y la inversión privada crezcan, no podemos dejar de lado las debilidades estructurales como la informalidad, la baja productividad, y la falta de competitividad. No es suficiente crecer, es fundamental ser competitivos. Y en este sentido mostramos nuestro apoyo a la tesis planteada en estas páginas para impulsar en el Perú un acuerdo nacional que pueda relanzar el crecimiento, reducir la pobreza y, al mismo tiempo, salvar nuestra democracia de las propuestas radicales que nos llevarían a una situación insostenible, como ya sucede con los países del eje bolivariano.
Tenemos proyecciones de un crecimiento para este año de apenas 1% del PBI; por eso debemos tomar en serio la situación. Y exigir a nuestros políticos impulsar una agenda mínima que ayude al mayor empleo y a la menor pobreza. Este objetivo puede unificar a todos los sectores políticos en torno a políticas públicas con un norte que está muy claro.
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