Tino Santander
El fracaso de los tecnócratas

Decepción para millones de jóvenes ansiosos de integrarse a la globalización
El triunfo de PPK el 2016 significó el ascenso al poder de la tecnocracia liberal, que tuvo un rol secundario en los gobiernos de Fujimori, Toledo y García. Sin embargo, los tecnócratas se presentan como los autores de las reformas liberales que insertaron al Perú en el mercado mundial. En un país sin partidos políticos institucionalizados y con una incipiente democracia, los tecnócratas se convirtieron —sin saberlo— en la élite política que podía dirigir el Estado de una manera eficiente.
En el Perú la tecnocracia proviene de la clase media alta que se educa en colegios privados y en universidades extranjeras. La mayoría son ejecutivos de empresas transnacionales o directores del sistema bancario y financiero; algunos provienen de los organismos multilaterales. El pragmatismo y la soberbia son sus distintivos culturales. Creen mesiánicamente que son los únicos capaces de gobernar el país porque “conocen la economía de mercado imperante en el mundo real”. Además aportan su experiencia profesional en el sector empresarial, que es el que genera progreso para la sociedad, según afirman la CONFIEP. Ven al país desde las alturas de los edificios sanisidrinos y están seguros de que solo basta charm social para gobernar.
Los sabios tecnócratas llegaron al poder prometiendo una revolución social que iba reducir el inmenso déficit de infraestructura social y productiva. Sin embargo, después de diez meses de gobierno tecnocrático no hay nada, solo promesas, anuncios, diagnósticos repetitivos y proyectos que no se cumplen por incompetencia y falta de decisión política.
El tecnócrata PPK, es una decepción para millones de jóvenes ansiosos de integrarse a la globalización de la mejor manera posible. La juventud se ha convertido en la vanguardia de la revolución silenciosa que recusa la política. Lentamente esta muchedumbre, que se expresa en las redes sociales, se organizará en protestas callejeras contra el sistema.
Por otro lado, la construcción del aeropuerto internacional cusqueño en Chinchero debió ser un proyecto integral de desarrollo para el sur andino; pero la incapacidad política del presidente, de los tecnócratas y del alcalde y gobernador regional cusqueño lo convirtió en un vil negociado, desenmascarado por la Contraloría.
La gente ha perdido confianza en PPK. Lo ven como un hombre que se contradice constantemente, irresoluto, flotando al margen de la realidad, un wakruna (extranjero) y, sobre todo, lejano a sus intereses. Esta percepción de los peruanos parece que es irreversible y puede generar una gravísima crisis política.
Por otro lado, el próximo año se realizará la elección regional y municipal sin una ley electoral transparente. El fujimorismo, al torpedear la reforma electoral, se ha convertido en aliado de las mafias regionales que buscan consolidar su poder en todo el país. No sabemos si el fujimorismo quiere acabar con el sistema democrático o si solo actúan con gran torpeza política.
Finalmente, hace una semana un estudiante de Antropología de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco me pregunto: ¿Estamos preparados para gobernarnos o no pasa nada políticamente? Inmediatamente pensé que la respuesta correcta la dio Luis Alberto Sánchez en su brillante ensayo de 1958 Perú retrato de un país adolescente.
Tino Santander Joo
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