Aldo Llanos

El éxito de Bad Bunny y la neo religión de los bienes materiales

El triunfo de las élites capitalistas y de una izquierda cómoda para ellas

El éxito de Bad Bunny y la neo religión de los bienes materiales
Aldo Llanos
18 de febrero del 2022


En solo unas horas, las entradas para su presentación del 13 de noviembre en Lima “volaron”. Y los organizadores, ni cortos ni perezosos, consiguieron una segunda fecha para el día siguiente, vendiendo nuevos boletos en tiempo récord. El sorprendente Benito Antonio Martínez Ocasio (Puerto Rico, 1994) ha vendido y vende tanto y tan rápido como en otros países. Pero hay más. Ha sido reconocido como el artista latino más escuchado en un solo año (2020) en todo el mundo (lo que incluye África y Asia) en Spotify. Ha sido considerado por la revista
Time como una de las 100 personas “más influyentes” del planeta, y ha sido premiado por tener el primer –y único– disco completamente en español que ha alcanzado el número uno en la lista gringa de Billboard. La verdad, no sé qué opinarán de todo esto en el Instituto Cervantes. ¿Por qué sus canciones son las más escuchadas si a las justas se le entiende cuando canta?, ¿Por qué se le llama “cantante” si es el rey del auto-tune?, ¿Por qué si sus letras son sexistas y denigrantes son las más coreadas por adolescentes y jóvenes de tantos países tan sensibles ellos a lo Woke?

Yo sé que esto no volverá a pasar
Pero si volviera a pasar
Sé que sería tu debilidad
(“La noche de anoche”)

Para responder satisfactoriamente a esas preguntas, hace falta una antropología del deseo. En nuestro tiempo, pensadores de todo pelaje y raigambre ya se lo han planteado. Desde los posmodernos Foucault y Deleuze hasta el comunitarista Taylor, pasando por el marxista Žižek, el hegeliano Byung-Chul Han y el cristiano Polo. 

Comprender nuestros deseos es vital para comprender nuestro tiempo, ya que la persona humana es oréctica por naturaleza. Al carecer de lo necesario para sobrevivir, tanto en lo material como en lo espiritual, deseamos obtener lo que carecemos (llamando a estos “bienes”) para alcanzar lo que llamamos comúnmente “felicidad”. Pero, ¿todos los bienes que deseamos podrán colmar nuestras ansias de felicidad por igual? Desde una perspectiva cristiana, no. Hay una jerarquía de bienes en relación directa con la felicidad y aquí se intersecan la experiencia personal con el imperativo socio-cultural predominante. ¿Y este imperativo sobre qué se sustenta? Pues como podrán intuir los más espabilados, sobre una antropología del deseo en concreto y esto, mueve intereses políticos y económicos.

Ella es calla’ita
Pero pa’l sexo es atrevida, yo sé
Marihuana y bebida
Gozándose la vida, como es
(“Callaita”)

En el contexto sociocultural del capitalismo neoliberal, el materialismo es el dogma de fe que impulsa la búsqueda de la satisfacción de los deseos humanos por medio de la obtención de placeres sensibles y del dinero que lo financia (bienes materiales). Por ello, la derecha liberal (la “dereche”) peleará codo a codo con la izquierda caviar por temas tales como el aborto, la ideología de género, el uso recreativo de drogas y la autonomía total del mercado como si de ello dependiera un mundo más feliz. Por lo tanto, si a la experiencia personal no se le presentan bienes más altos, las personas quedarán enfangadas en la obtención de los bienes materiales, olvidando que hay otros bienes cuya obtención producen una mayor felicidad (sin negar la obtención de los primeros), como los saberes prácticos (ética, educación emocional, etc.), las virtudes humanas (prudencia, fortaleza, templanza y justicia), el amar (procurando el bien del otro en cuanto otro y sin esperar nada a cambio) y el ser amado (dejarse amar como se es, abierto a la trascendencia). 

Por todo esto, en el triunfo global de las élites capitalistas y de una izquierda cómoda para estos, Bad Bunny pasa a ser el máximo exponente de la neo religión de la felicidad mundana por la vía de los bienes materiales. Su predicador más potente. De Latinoamérica para el mundo.

La envidia mata al corazón (yeh)
Sufren de odio con admiración, yeah (admiración)
Soy el mejor trapero vivo en mi opinión (amén)
Y yo mismo hasta me cojo envidia, está cabrón
(“Está cabrón ser yo”)

Aldo Llanos
18 de febrero del 2022

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