Pedro Corzo

El castrismo: una muralla a destruir

Cuba tiene más ingredientes totalitarios que la desaparecida RDA

El castrismo: una muralla a destruir
Pedro Corzo
04 de enero del 2024


“Los que te tienen, oh libertad, no te conocen. Los que no te tienen no
deben hablar de ti, sino conquistarte” (Jose Martí).


El intangible muro construido por los hermanos Castro en Cuba, sigue conculcando los derechos de los habitantes de la Isla. Y para nuestra vergüenza, ha durado mucho más que el de Berlín. Al nuestro le faltan algunos de los componentes que dieron forma material al de la histórica ciudad alemana –hierro, piedra y cemento–, pero tiene sobrados mecanismos de odio, miedo, intolerancia y sangre que estaban presentes en la fatídica muralla que construyó el gobernante Partido Socialista Unificado de Alemania en 1961, bajo el entonces omnipotente, Walter Ulbricht.

Estos 34 años del derrumbe de la ignominia que significaba el muro berlinés, han incidido directamente en los 65 años que tiene el de Cuba, acrecentando la miseria, incertidumbre, turbación y espanto de quienes lo padecen. El muro isleño ha sido devastador para varias generaciones, afectando el carácter nacional, la iniciativa y solidaridad humana. Y lo peor, causando innumerables tragedias en la que miles personas han perdido la vida.

El muro insular nunca ha contado con el repudio internacional que inspiraba el de Berlín. Tampoco con el rechazo general del que Israel edificó en su frontera con Cisjordania. La tapiada isleña tiene hasta defensores, incluyendo algunos de los que hicieron ingentes esfuerzos por derribar el de Berlín, o protestan contra el de Israel. El farallón castrista, aún sin presencia física, influye en las acciones de muchos: desconfianza con el amigo, el familiar y el vecino; falta de esperanzas para luchar por un cambio y demoler los sobreentendidos ladrillos que enajenan la voluntad, a la vez que la aplastan.

Cuba tiene más ingredientes totalitarios que la desaparecida República Democrática Alemana. La policía política de la isla poco o nada tiene que envidiarle a la Stasi, porque también está en capacidad de arrestar a su voluntad y dictarle a los tribunales la sanción a aplicar en cada caso, tal y como ésta, junto a otras agencias represivas del mundo soviético, le instruyeron. Un conocimiento que la policía política castrista ha transmitido a sus pares de Nicaragua, Venezuela y Bolivia.

Los derechos de los ciudadanos son violados por el régimen. Las cárceles albergan cientos de prisioneros políticos y miles están cautivos porque violaron alguna absurda prohibición del Estado. La capacidad represiva del gobierno de La Habana compite, al menos, en plano de igualdad con la de la sepultada RDA. Control sobre las organizaciones gubernamentales de masas, intervención de los sindicatos, en la gestión económica, intimidación ciudadana, división de la familia, discriminación, control absoluto de entradas y salidas del país y una legitimidad que determinan las autoridades en ejercicio y no una legislación basada en el derecho. La represión está presente en todos los estratos de la sociedad.

No obstante, la isla está sumida en una profunda bancarrota económica, como no conoció la Alemania Oriental. Y no es que la RDA fuera el país de la abundancia, pero en índices como salario, vivienda, acceso a bienes de consumo, servicios de salud y educación, la Alemania del Muro era un paraíso comparada con la isla que heredó Miguel Diaz-Canel, de los hermanos Castro.

Aquellos que están contra todos los muros no deben olvidar el cubano. Esa pared imaginaria levantada por el régimen ha sido la causa directa de que cientos de miles de hombres y mujeres hayan pasado por las prisiones y que otros miles hayan perecido en el paredón o en la lucha contra el totalitarismo. Un número elevado de personas que intentaron escapar de la dictadura insular, han muerto o desaparecido en el mar.

La estructura política del régimen cubano, su idiosincrasia, pretensiones hegemónicas, extrema crueldad y la vocación a interferir en los asuntos de otras naciones, han colocado al régimen de La Habana en una posición mucho más compleja y desestabilizadora que la ocupada por la difunta RDA.

Lech Walesa, afirmó en una ocasión que el Muro de Berlín empezó a perder sus primeras piedras en la Polonia de los ochenta. Sin embargo, no se debe ignorar que algunas de esas paredes siguen levantadas en Cuba y se han extendido a las colonias del castrochavismo anteriormente mencionadas.

Pedro Corzo
04 de enero del 2024

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