Kurt Freund
Longevidad y el horizonte de la vida (II)
La naturaleza ofrece pruebas de que la inmortalidad biológica es posible

El pensamiento de José Luis Cordeiro se apoya en la noción de crecimiento exponencial de la tecnología. Campos como la inteligencia artificial, la biología sintética y la ingeniería genética están avanzando a un ritmo que duplica capacidades y reduce costos en períodos cada vez más cortos. Lo que parecía ciencia ficción a inicios del Siglo XXI; como secuenciar un genoma humano en horas o imprimir un órgano funcional es hoy una realidad tangible.
Gigantes tecnológicos como Google, a través de su empresa Calico, y organizaciones como la Methuselah Foundation están destinando grandes recursos a proyectos de investigación antienvejecimiento. Esta convergencia de intereses científicos, corporativos y filantrópicos está acelerando los descubrimientos.
La naturaleza ofrece pruebas de que la inmortalidad biológica es posible. Organismos como la hidra, la medusa Turritopsis dohrnii, ciertas células germinales y las células cancerosas no muestran signos de envejecimiento. Su estudio revela mecanismos que podrían replicarse en humanos, abriendo nuevas vías de investigación para detener o revertir la senescencia celular.
La prolongación radical de la vida tendría efectos profundos en la sociedad con impacto social, ético y económico pues se puede vislumbrar una reducción drástica de las enfermedades crónicas y degenerativas, con el consecuente descenso en los costos de atención médica. Las economías liberarían recursos hoy destinados a tratar las consecuencias del envejecimiento, lo que podría traducirse en mayor productividad, trabajo y educación. También habrá que realizar un profundo análisis sobre sus efectos y cambios a realizar para la sostenibilidad de los sistemas de pensiones
Si las ideas de Cordeiro representan la visión de futuro, la carrera científica de Michael Hall ejemplifica los descubrimientos que hacen posible ese horizonte. Hall, biólogo molecular de la Universidad de Basilea, identificó en los años noventa el gen Target of Rapamycin (TOR) en levaduras, que luego se descubrió también en mamíferos como mTOR. Este gen actúa como un regulador maestro del crecimiento y metabolismo celular.
La rapamicina, un compuesto aislado de bacterias en la isla de Pascua, inhibe la vía mTOR y activa la autofagia, el mecanismo natural de las células para eliminar componentes dañados. Al envejecer, este proceso se deteriora, acumulando proteínas y tejidos defectuosos que favorecen enfermedades degenerativas.
Estudios en animales han demostrado que la inhibición de mTOR con rapamicina prolonga la vida en organismos tan diversos como gusanos, moscas y ratones. En 2009, un experimento en EE.UU. mostró que el fármaco aumentaba la esperanza de vida en ratones hembras un 14% y en machos un 9%. Aunque no se ha aprobado su uso clínico contra el envejecimiento, miles de personas la consumen de forma experimental, respaldadas por investigaciones preclínicas alentadoras.
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