Heriberto Bustos
¿Ejerciendo ciudadanía?
Con madurez, objetividad, tolerancia y responsabilidad

Mientras mirábamos los acomodos tradicionales – y por qué no decirlo, oportunistas, en muchos casos– relacionados a la conformación de listas presidenciales y congresales, ocurrió algo inesperado: la vacancia del ex presidente Vizcarra y la asunción de Manuel Merino en el marco constitucional y democrático. Una situación que motivaría –tras la existencia de intereses– una serie de protestas que se fueron traduciendo en movilizaciones de rechazo a una ya desprestigiada forma de hacer política; pero sin inscribirse a favor de un retorno, peor de apoyo, al gobierno.
Tanta energía juvenil embalsada por el confinamiento esperaba un momento para experimentar el ejercicio de ciudadanía; su participación enérgica, sin precedentes en su vida personal; sus consignas (“Estamos secuestrados pero no amordazados”, “Merino no es mi presidente”, “Únete a la marcha de los que sobran”); los chats que circulaban, insinuando traerse abajo el actual gobierno (sin proponer qué hacer luego) fueron mostrando un movimiento cuyos objetivos y orientaciones ideológicas están teñidas de anarquismo. Lo que se evidenció en el deseo de desintegración del Estado y las instituciones representativas calificadas como indeseables, innecesarias y corruptas.
Esta experiencia precoz e impactante expresa tanto preocupaciones por el futuro como voluntades orientadas al cambio, con claras intenciones de desmarcarse de los “mayores” (muchos de ellos resignados a “aplaudir” desde el balcón, rememorando frustraciones por el “deber no cumplido” o convertidos en “orientadores” y “opinólogos”). Y debería incidir en el proceso de reafirmación personal de cada uno de estos jóvenes, y el reencuentro consigo mismo, despertando capacidades para emular –salvando distancias– a personajes como Máximo Gorki, quien en su impetuosa juventud señalaba: “Puede que sea un inadaptado o quizá un hombre con las ideas demasiadas claras, tanto que resultan incompatibles con aquellos que manejan sus ideologías a su antojo y conveniencia para sacar mejor provecho de ellas”. No obstante, debe señalarse que puso especial preocupación por su formación ética e ideológica y su necesaria relación con los mayores.
Las actuales generaciones, deben tener presente que la asunción de ideas, principios, valores y metas definidas, que identifica a una persona en sus acciones individuales o colectivas, resulta trascendente en tanto se evite ser utilizado fácilmente por personas u organizaciones formadas o deformadas en la praxis política. En ese sentido, el escritor Checo, Milan Kundera, ayuda a entender el papel de la formación ideológica al afirmar que “El hombre desea un mundo en el cual sea posible distinguir con claridad el bien del mal porque en él existe el deseo, innato e indomable, de juzgar antes que de comprender. En este deseo se han fundado religiones e ideologías”.
Lamentamos la muerte de compatriotas que nos abandonan con sus frescos ideales. Tras la renuncia de Merino, y estando a la espera de decisiones sensatas de su reemplazo por el Congreso, al igual que comportamientos cívicos prudentes, resulta significativo sumar fuerzas para lograr paz y tranquilidad. Debemos poner por delante el Perú, haciendo de la política una pedagogía, asumiendo que las ideas se confrontan con ideas, y que las controversias se abordan con prácticas democráticas de convencimiento.
Tenemos la certeza de que estos momentos críticos serán superados, marcando distancia con actitudes que incitan la violencia o el golpe militar. Interesa tener en cuenta que el ejercicio de la ciudadanía va acompañado de la madurez necesaria para afrontar situaciones con objetividad, respeto, tolerancia y, sobre todo, coraje para asumir responsabilidades.
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