Iván Arenas

De la transición del veto a la transición democrática

Condiciones sobre la gobernabilidad

De la transición del veto a la transición democrática
Iván Arenas
09 de enero del 2018

 

En las últimas semanas un sector de la intelectualidad, cercano a la izquierda criolla, ha venido  insistiendo, a través de una serie de artículos de opinión, que la “transición paniagüista” está “agotada” porque “los que debieron ir, se quedan hoy”, en referencia al indulto de Alberto Fujimori, personaje que vuelve a la palestra política por las impericias del gobierno pepekausa. Ahora los intelectuales de izquierda zafan cuerpo cuando se trata de buscar culpables del agotamiento de su transición porque, de alguna u otra manera, ellos fueron los padres.

No obstante, aquella denominada transición paniagüista postfujimorato jamás fue una verdadera transición democrática. ¿Por qué? En los manuales de la buena política se sostiene que la política se inventó para evitar las guerras eternas por el poder. En momentos de crisis, la transición sirve como catalizador para evitar que ríos de sangre formen lagunas enteras. La transición paniagüista no fue una verdadera transición porque se pareció más a una revancha contra el autoritarismo del fujimorato.

En la lógica de los “padres fundadores de la transición paniagüista” se pensó que el fujimorato jamás se volvería a reconstruir como un partido masivo y popular (el odríismo, ¿no?). ¡Tremendo detalle! De allí, entonces, se desarrolló un veto al fujimorismo —negándole incluso la existencia— que hace recordar ese veto clasista contra el Apra durante el siglo XIX. Ahora bien, si en España y Chile la transición hacia la democracia tuvo éxito fue porque los herederos del franquismo y del pinochetismo se organizaron en partidos políticos. Así es la política. Si no les gusta, ¡pues a matarse!    

Ahora, ¿por qué se agotó esta transición paniaguaista? ¿Por qué “los que debieron ir, se quedan hoy”? Porque el veto antifujimorismo no dio resultados, así de sencillo. Aquel pacto de  fuerzas políticas que dieron arquitectura institucional al veto antifujimorista  se ha deshecho porque aquellas mismas fuerzas políticas que jugaron al anti profesional se han desbaratado. Pero además esta “transición paniaguista” (que tiene de todo menos de republicana) está herida mortalmente porque tres de los gobiernos (Toledo, Humala y PPK) que expresaron el mejor antifujimorismo están metidos en casos de corrupción semejante al fujimorato autoritario de los noventa. Aquí, intelectuales y medios antis intentaron desarrollar la idea de una transición virtuosa donde había ángeles y no hombres con pecados y culpas.  

Quizá, aunque al intelectual y a los medios adscritos a la izquierda criolla no le guste, lo que más se parece a una transición, a un pacto democrático de existencia entre adersarios fue aquella que lideró Víctor Raúl Haya de la Torre, porque no se excluyó ni a izquierdas ni derechas de la Constituyente.

Hoy se abre una enorme ventana de oportunidad para desarrollar una nueva transición democrática sin intentos de vetos. En los tres próximos años que le quedan, el gobierno pepekausa puede desarrollar una transición democrática sin vetos a ninguna fuerza política. ¿Qué hace falta? Expertiz y dotes de política, amén de no seguir los consejos de los aprendices de Maquiavelo.

 

Iván Arenas
09 de enero del 2018

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