Heriberto Bustos

De la política formal a la política real

Destellos de civismo para modificar actitudes personalistas

De la política formal a la política real
Heriberto Bustos
11 de noviembre del 2019


Con clara intencionalidad de desprestigiar la política, hemos sido testigos de la exagerada presentación por parte de un sector de la prensa nacional de acontecimientos y comportamientos negativos de personajes pertenecientes a determinadas organizaciones partidarias, asociando la ruina del país con el bajo rendimiento en sus responsabilidades y su cercanía a la corrupción. Como resultado de semejante campaña y el desconocimiento del significado de la acción política, muchos ciudadanos vienen marcando distancia, alejándose de sus responsabilidades ciudadanas y asumiendo que ella se reduce a participar en la elección de representantes.

Si bien ello es cierto que debemos entender que se trata de una de las caras de la moneda —vale decir, la política formal—, la otra corresponde a la política real, concerniente a lo que realizamos diariamente para lograr una mejor relación entre nosotros, participando responsablemente en las tareas personales y sociales por asegurar el bien común y la institucionalidad democrática.

En el marco de lo señalado, permítanme compartir dos situaciones que me ocurrieron hace pocos días en la ciudad de Trujillo: el taxista que me llevaba del terrapuerto a la ciudad, muy locuaz, me puso en autos de que me hallaba en la segunda ciudad más importante del país, cuyo crecimiento en los últimos años se debía a las inversiones urbanas de la minería ilegal; y segundo, que se trataba de un lugar donde la inseguridad y la delincuencia había tomado asiento, advirtiéndome de ese modo para que andase con mucho cuidado.

Ese mismo día, al visitar el "jardín botánico", noté algunos cambios, tratando de indagar, logré el relato de un obrero, quien señaló que los trabajadores de la Sub Gerencia de Áreas Verdes de la municipalidad provincial contaban con un nuevo jefe, un ingeniero “loco” que había "movido el corral” para motivarlos mediante charlas a comprometerse con sus responsabilidades. Contó que les habla de Cristo, Bolívar, Bolognesi, de lo que significa mejorar el trabajo, de la satisfacción o alegría que sienten las personas cuando en una ciudad las áreas verdes son en verdad verdes. Señaló además que contaban con un lema: ¡Áreas verdes una sola voz!, que estaban seguros que ahora la tarea de mejora y mantenimiento de 440 parques y jardines junto a las 120 hectáreas de áreas verdes se convertiría en símbolo de naturaleza, hermosura y paz.

Dos realidades y personajes distintos, ambos preocupados por lo que ocurre en su ciudad, comprometidos a su manera a ofrecer a los demás niveles de seguridad y sosiego. Dos peruanos que, desde su práctica diaria, viven y hacen política real, en un escenario de honestidad, protagonistas de un destino colectivo que intentan para el desarrollo de su pueblo: fusionar ambiente, arqueología y turismo.

Ejemplos de esta naturaleza, y otros que podemos calificarlos probablemente de “heroicos”. Se dan en el país. Ellos deben servirnos, en primer término, como destellos de civismo para modificar actitudes personalistas sumidas en el odio, envidia, violencia y en el distanciamiento de la realidad social. Y en segundo lugar, como señal de fortaleza e integridad ante quienes pretenden destruir la institucionalidad democrática. Hoy el país nos demanda que, sin desdeñar la política formal, rescatemos la política real.

Heriberto Bustos
11 de noviembre del 2019

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