Martín Taype
Corrupción genera pérdidas millonarias
En 2020 hizo perder al Estado peruano S/ 22,000 millones

Actualmente los inversionistas, tanto locales como extranjeros, no se limitan a las oportunidades de negocio que se le presentan en una economía con fundamentos macroeconómicos estables. Para sus decisiones empresariales también toman en cuenta otros factores, como la estabilidad jurídica de un país, los conflictos sociales, la corrupción y la inseguridad ciudadana. Y la corrupción es uno de los grandes lastres que impiden que una sociedad prospere y se desarrolle. Y es deber del Estado el combatirla frontalmente y sancionarla, contando con la participación activa de la prensa y la ciudadanía denunciando los casos de corrupción, a fin de que se aplique la ley.
Lamentablemente la corrupción ha existido y existe en todos los sectores y niveles de nuestra sociedad, tanto en el ámbito privado como en el sector público. Ello afecta la credibilidad de los ciudadanos sobre empresas privadas e instituciones públicas donde se han detectado casos de corrupción. lo que genera un impacto negativo en la economía de un país.
Veamos el caso peruano, en el que la pandemia no detuvo la corrupción. En el 2020 el Estado peruano perdió S/ 22,000 millones debido a la corrupción, según cálculos de la Contraloría General de la República. En promedio se estima que el año pasado se perdió el 12% del presupuesto del Estado debido a la corrupción. Estas cifras fueron publicadas por el portal web de RPP el 7 de julio del año en curso. Esta situación es realmente muy preocupante y ante todo repudiable. En plena pandemia resulta penoso conocer de personas que lucran de manera insensible ante tanta necesidad económica de la población, demostrando un desprecio por la vida humana y por su país.
Para que exista corrupción tienen que haber dos partes: el corrupto y el corruptor. No solo se trata de culpar al funcionario público que pide al ciudadano o empresario privado dádivas a cambio de favorecerlo en alguna gestión pública, también debemos culpar a ese ciudadano o empresario privado. Es decir, hay responsabilidad compartida y esto debe ser combatido de manera implacable.
Para que nuestra sociedad cambie no solo basta endurecer las penas para los corruptos y corruptores. No todo va cambiar con leyes, se necesita cambiar la mentalidad de la población, inculcándole sólidos valores éticos y morales. Y por ello es relevante fortalecer la educación y la familia, para que las nuevas generaciones de niños tengan bien en claro el daño que ocasiona la corrupción tanto para ellos como para nuestro país.
De acuerdo a los cálculos de resultados de la Contraloría General de la República, como era de esperarse, el Covid-19 nos ha despedazado tanto en pérdidas de vidas como económicamente. Cuánto sufrimiento se habría evitado si no se hubiese perdido tanto dinero por culpa de la corrupción. Por ello es necesario, por el bien de nuestro país, que esta situación se revierta.
Para ello todos los implicados en casos de corrupción deben ser objetivamente investigados y sancionados severamente, sin contemplaciones, conforme al marco legal vigente. Pero también se debe fortalecer la conciencia ciudadana en valores éticos y morales. Solo así la ciudadanía y los inversionistas, tanto locales como extranjeros, podrán recuperar la confianza en el Estado peruano y sus instituciones.
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