Ivan Hidalgo

Cien días para el olvido

Análisis de la crisis y propuesta para recuperar la economía peruana

Cien días para el olvido
Ivan Hidalgo
02 de julio del 2020


El presidente de la República, Martín Vizcarra, presentó su balance de cien días de combate a la pandemia. En conclusión, manifestó que los grandes culpables de los malos resultados en la contención y mitigación del Covid-19 en Perú fueron: los Gobernantes de los últimos cien años en el Perú, que no hicieron nada; las empresas transportadoras de dinero, por el no pago de los bonos; los alcaldes, que no entregaron las canastas; los banqueros, que no han entregado el financiamiento a todas las mypes a través del Programa Reactiva Perú; las farmacias acaparadoras; los malos vendedores de oxígeno; el pueblo indisciplinado y las clínicas abusivas, a pesar del control “concurrente de la Contraloría”. Si alguien dudaba del sesgo ideológico, están avisados: todo el sector privado estaría confabulando contra la gestión del Ejecutivo.

Pero la realidad es otra. Hace 200 días el mundo y el Perú supimos lo que se venía: una pandemia con efectos incalculables. Hace cien días el Gobierno inició un confinamiento aparentemente estructurado, pero cuyo diseño mostró rápidamente sus debilidades. Y en su implementación, lamentablemente, ha sufrido una derrota sin atenuantes. ¿En esos cien días previos el Gobierno no tuvo el tiempo necesario para comprar, bajo estado de emergencia y con los recursos económicos disponibles, las pruebas moleculares, el equipamiento para la protección de la salud del personal del sector, los insumos, medicamentos, las camas, los ventiladores para UCI, los balones de oxígeno o los hospitales de campaña? ¿O para contratar espacios clínicos privados, laboratorios, técnicos, enfermeras, médicos con el concurso de la sociedad civil, la Cooperación Técnica Internacional y el sector privado? 

¿Qué se hizo? El Minsa se llenó de comités de “expertos”, sin conocimiento alguno de la realidad socioeconómica de un país complejo y heterogéneo como el Perú, donde el 95% de los pobres son informales. Y de ellos, ¡dos de cada tres se autoemplean! ¿Se iban a morir en sus casas y de hambre cuando sus hijos les reclamaran un pan para comer? Más del 50% de ellos viven en casas precarias con techos de calamina, cartón o plástico, con piso de arena o tierra; solo el 35% tienen los servicios básicos: luz, agua, saneamiento e Internet. ¿Lo sabían? ¿Los 300,000 hogares en pobreza extrema no tenían registro en el Padrón de Hogares Beneficiarios?

Se nos indica que se ha atendido a cinco millones de hogares con los bonos. Entonces, ¿por qué la Contraloría ha detectado que se ha entregado el dinero a muertos, gente en planilla, funcionarios públicos? Entregando S/ 1,000 mensuales en marzo, abril y mayo a estos 300,000 hogares en pobreza extrema, hubiera significado un egreso de US$ 260 millones. Un monto ínfimo respecto a la danza de miles de millones de dólares que hemos visto después.

Presidente, sea sincero: imperaron y campearon la desorganización, el desconocimiento, el caos, la ineficiencia y los bonos por aquí y por allá (sin focalización). Y lo más grave: sin resultados. ¿Cuántos médicos, enfermeras, técnicos, policías, soldados han muerto por esta sumatoria de desaciertos? ¿Cuántos peruanos han muerto en sus casas, en la cola de un hospital, otros esperando una cama o un respirador, y otros por no tener un balón de oxígeno? 

No se logró estructurar una contención eficaz. No fuimos capaces de mitigar la enfermedad haciendo el seguimiento de los contagiados detectados, a fin de aislarlos y evitar la propagación tan brutal del virus. Más de dos millones de personas han perdido su trabajo, llevando a la pobreza a más de 30% de los peruanos. Una grave recesión económica (-12% del PBI para este año), la mayor en Latinoamérica según el Banco Mundial, que causará mayor desnutrición. Y ojalá no superemos el 50% de anemia en nuestra niñez. ¡Eso nos condenaría a no tener futuro!

A partir de mañana lo que se debe hacer por los más pobres es:

1.- Actualizar el Padrón de Hogares Beneficiarios. 

2.- Reactivar la economía. Dar empleo a esos 2.3 millones que se han quedado sin trabajo. Pero no empaquetando obras que se han prometido desde el fenómeno de El Niño costero, y que no se han podido ejecutar en tres años. ¡Esas obras que han entregado a Gran Bretaña! ¡No! 

Estamos hablando de iniciar ahora 20,000 obras para empezar a cerrar las brechas sociales. Hay que ejecutarlas en cada uno de los 1,874 distritos y 196 provincias del Perú. Obras de mejoramiento, mantenimiento, construcción y equipamiento de infraestructura social y económica: 

En el sector urbano: agua, saneamiento, pistas, veredas, mercados, parques, muros de contención, centros de salud de atención primaria y aulas para educación inicial, con comedores decentes. Dotar de agua, saneamiento, electricidad e Internet a todas las escuelas públicas, institutos tecnológicos, cunas y un largo etcétera. 

En el sector rural: zanjas de infiltración, reservorios, canales, riego por aspersión, centros de acopio, carreteras rurales, puentes, huaros, pontones, electricidad, agua, saneamiento, telefonía, Internet, viviendas mejoradas, biodigestores, cocinas mejoradas, centros de salud y aulas para educación inicial, primaria y secundaria, con servicios básicos y comedor. E igual un interminable etcétera.

Con acompañamiento profesional, pero dejando la gestión en manos de la comunidad. Los núcleos ejecutores, mayormente con mujeres a la cabeza, permitirían reactivar el empleo en el cortísimo plazo, cerrando las brechas sociales hasta el último confín de nuestro país.

3.- Replantear urgentemente la política social del Estado. Con inversión en salud, educación, vivienda, servicios básicos (agua, saneamiento, electricidad e Internet) –que involucre un mínimo de calidad en esos servicios para todos los peruanos, y principalmente para los más pobres– potenciaremos el capital humano que requerimos para elevar nuestra productividad y mejorar nuestro estándar de competitividad.

Ivan Hidalgo
02 de julio del 2020

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