Tino Santander
Chinchero: ¿estafa o esperanza?
¿Para quién es el aeropuerto y a quién servirá?

Al Perú lo conocen en el mundo por el santuario histórico de Machu Picchu: millones de extranjeros quieren conocer la historia y la fantástica simbiosis cultural peruana. Sin embargo, el Estado peruano no tiene una política de desarrollo integral del turismo; o si la tiene, son solo anuncios o buenos deseos de los politicastros que nos gobiernan. La industria turística en el Perú es la historia de diversas odiseas de pueblos como el cusqueño, que ha luchado más de 50 años por el aeropuerto internacional de Chinchero, obra que consideran emblemática y fundamental para el desarrollo de la macro región sur (Puno, Arequipa, Apurímac, Ayacucho, Moquegua, Madre de Dios y Tacna). Los cusqueños afirman que desde la ciudad imperial podría articularse e integrarse todo el sur, diversificando la oferta turística, generando empleo y prosperidad. Chinchero ha creado una sobre expectativa de solución a los problemas económicos y sociales de la región.
En el año 2009, el entonces gobernador regional Hugo Gonzales Sayán, anunció en una conferencia de prensa que Alan García, presidente del Perú (2006-2011), se había comprometido a convocar en el más breve plazo la licitación del aeropuerto internacional de Chinchero. Sería un aeropuerto “hemisférico”; es decir, que podrían entrar aviones grandes de todo el mundo; y el costo de la obra estaría a cargo del concesionario (incluida la compra de terrenos a las comunidades afectadas), a través de una concesión por 30 años. La prensa regional destacó que esta obra era una gran conquista regional, y esperaban la convocatoria a la licitación. Sin embargo, en el 2010 se eligió como gobernador al humalista Jorge Acurio Titto (actualmente preso por corrupción) quien no continuó lo logrado por Gonzales Sayán. Y en el 2011 García se fue del poder sin cumplir la promesa que le hizo a la región.
El Gobierno de Ollanta Humala hizo un contrato confuso con la empresa Kuntur Wasi. El fraude fue denunciado, y así nació la adenda de Chinchero, en la que están implicados varios ministros y funcionarios, incluido Martín Vizcarra, entonces ministro de Transporte del Gobierno corrupto de PPK. La lógica del negocio de PPK y sus socios era construir un aeropuerto al servicio de un grupo de empresas de aviación y de turismo; es decir, que el Estado construye o promueve una obra pública al servicio de privados. Como Camisea, cuyo contrato lo hizo PPK, y que los peruanos financiamos en nuestros recibos de luz, para terminar pagando el gas más caro de Sudamérica.
Los cusqueños anhelan tener un aeropuerto internacional, que simboliza la conexión del Cusco con el mundo y expresa el reconocimiento social y político de la ciudad imperial como la capital arqueológica de América. Por eso es un deber de las autoridades regionales y locales saber hacia dónde vamos. O seguimos en la lógica de la dupla PPK-Vizcarra, de poner la infraestructura al servicio de interés privados o la ponemos al servicio público. Es decir, debemos saber para quién es el aeropuerto y a quién sirve. Además, debemos definir con claridad qué obras complementarias se requieren para articular el Cusco a Chinchero y al macro sur; y al mismo tiempo saber qué hacemos para incorporar al pueblo emprendedor para desarrollar el turismo, como hacen los españoles y otros pueblos del mundo. Entonces tendremos una esperanza y no una estafa, como el aeropuerto que promueven Vizcarra-PPK y sus socios locales.
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