Dardo López-Dolz
Caras nuevas, ideas viejas

Sobre el respeto a la ley y al estado de derecho
El justo reclamo de mayor institucionalidad es incompatible con calificar como ¨formalismo¨ el cumplimiento de la ley. Los que así lo califican no se detienen a pensar en la gravedad de institucionalizar la no obligatoriedad de la ley. Iniciado oficialmente ese camino, ¿dónde está el límite?
Un discurso pro estado benefactor de los años 60, prometiendo un ¨Estado de bienestar¨ cimentado en la recaudación de los impuestos pagados por unos pocos que sí trabajan, equivale a anunciar irresponsablemente, la voluntad de no solo reeditar el fracaso económico del que tanto nos costó salir, sino de saltar al precipicio que se ha tragado el desarrollo y el mismo bienestar en España, Portugal y Grecia.
Es irresponsable ofrecer bienestar sin anteponer la importancia de ser un país atractivo para la generación de puestos de trabajo constante como único vehículo que lo garantice.
Es cierto que las leyes no son percibidas por la mayoría de peruanos como normas de cumplimiento obligatorio, sino como una simple pauta referencial que solo se obedece y sancionan si se pueden descubrir. Precisamente ese es uno de los obstáculos más grandes que debemos derribar para alcanzar el camino del desarrollo, única fuente sostenible de la generación de mayor bienestar para los ciudadanos.
Si un candidato resta importancia al cumplimiento de la ley y de sus propios estatutos partidarios, no cuesta mucho trabajo darnos cuenta que lo mismo hará con la Constitución y las leyes.
Si un candidato evidencia absoluto irrespeto a la propiedad ajena, minimizando la gravedad de apropiarse injustamente del fruto del trabajo ajeno, ¿por qué creer que actuará distinto si llega al poder? ¿Por qué pensar que quien hoy intenta comprar votos con dinero, no buscará comprar luego líneas editoriales?
Cuando una sociedad antepone la simpatía por un político al cumplimiento de la ley, allana en las mentes el camino hacia el caos seguido por la dictaduras que se reclaman la única forma de salir del caos. Y esa historia también la conocemos.
Si estudiamos qué tienen en común Estados Unidos, Alemania, Japón e Inglaterra y China, lo primero que salta a la vista es la internalización ciudadana del absoluto respeto a la ley y la cultura del trabajo.
La inseguridad que hoy vivimos, es consecuencia directa de la potenciación del irrespeto a las leyes y al trabajo del otro. Toda forma de robo, lleva tatuada en la motivación del delincuente la sensación de irrelevancia de la ley y el nulo respeto al derecho del otro al disfrute personal o familiar del justo resultado del trabajo constante y honesto.
A la luz de lo expuesto, debiera quedar claro para el votante que una cara nueva que exhibe los vicios descritos, no es una cara nueva, solo es más de lo mismo, es decir una garantía de mayor inseguridad y caos. Y de eso, ya tuvimos suficiente.
Más claro se ve el panorama si cuando el oficialismo no solo no ataca a los abanderados del irrespeto a la ley (como si hace con el resto de candidatos) sino que recicla en sus listas y en su entorno a sus operadores políticos, abogados, mensajeros y amigotes, incluidos los más conspicuos esbirros de la tiranía castrista.
A buen observador, pocas palabras
DARDO LOPEZ DOLZ
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