Jorge Varela

Candidatos presidenciales chilenos en su tinta

Emergen, flotan o se hunden

Candidatos presidenciales chilenos en su tinta
Jorge Varela
19 de octubre del 2021


En Chile siete postulantes a la Presidencia de la República han iniciado una carrera vertiginosa para alcanzar el objetivo político de ser elegido Jefe de Estado en una nación bicentenaria que dejó de ser aquel modelo de país estable y tranquilo que muchos latinoamericanos envidiaban y deseaban imitar. Para algunos de estos siete, dicho desafío es la culminación de una carrera de años, para otros es una aventura más. 

La paradoja es que mientras no se ratifique por una mayoría ciudadana clara y contundente el texto constitucional que determine el tipo de régimen político y social que se aplicará, una vez que éste sea acogido y compartido por ella, la tarea del futuro mandatario no será fácil. Uno de los vicepresidentes de la Convención Constitucional ha anticipado que la nueva Carta Fundamental podría acortar el mandato del Presidente que los chilenos elegirán a fines de 2021. Quien logre la primera magistratura tendrá que navegar casi a ciegas en un océano tormentoso, salvo que el cielo se abra y el mar se calme. 


Siete candidatos en vitrina

Si para los candidatos el destino se divisa incierto, para muchos electores la decisión es intrincada y hasta dramática. Un scanner a la trayectoria de los aspirantes, a sus planteamientos y programas, podría contribuir a una mejor decisión por parte de los sufragantes. En su defecto, los debates a través de los medios de comunicación están constituyéndose en el mejor observatorio para calibrar la idoneidad y verdadera valía de quienes se consideran dispuestos al sacrificio por la patria.

Cuatro adhieren a ideas de izquierda o transitan por dicha vía. El abanico se extiende desde el radicalismo de naturaleza leninista de Eduardo Artés, –admirador de Stalin–, al progresismo anodino de centroizquierda de Yasna Provoste, –una militante democristiana que pareciera sentirse molesta en su cuna de años–, pasando por la verborrea caribeña y embriagadora de raíz marxistoide de Marco Enríquez Ominami (Meo) y las posturas confusas, titubeantes y precarias de Gabriel Boric, adepto al movimiento neomarxista ‘Podemos’ español. Los tres candidatos restantes cubren un espacio de derecha que va del nacionalismo neoliberal de José Antonio Kast,  un conservador en lo valórico, al liberalismo tecnocrático de centro-derecha de Sebastián Sichel, desembocando en el aventurerismo amoral de Franco Parisi, un personaje que es la imagen viva de los tiempos actuales. 


El dilema electoral tiende a circunscribirse

El dilema electoral –cuyos polos ideológicos son Artés y Kast–, parecía circunscrito a Boric y Sichel, los triunfadores en las primarias establecidas según ley, pero el desempeño inteligente de Kast le está permitiendo aspirar a ser uno de los dos clasificados para la segunda vuelta que tendrá lugar el 19 de diciembre. 

A la senadora Provoste por su parte se le ve agresivamente incómoda después de amadrinar su idea de ‘mínimos comunes’, cuando el país demanda ‘máximos comunes’; carga además con un defecto de origen: no haber participado en los comicios legales del pasado 18 de julio. 

En un escenario como el descrito, no debiera sorprender a los electores que J.A. Kast comience a sobresalir por sobre una mediana que roza el bajo suelo. Ante Sichel, un personaje que exhibe falencias y fisuras propias de un inexperto en política, Kast ha mostrado inteligencia, claridad y aplomo; en tanto frente a Boric, ha tenido el mérito de no rehuir la polémica con alguien que se ha comportado de modo contradictorio y elusivo. A propósito, ¿usted le entregaría la conducción de un Estado cualquiera a una persona que cuando debe responder a cuestiones ineludibles pronuncia la típica expresión “paso”, utilizada por tahúres, u opta por omitirse de participar en debates de riesgo eventual para él y su causa? 

En la medida que el marco de elegibilidad se ha reducido, la elección presidencial ha derivado de un evento inicialmente aburrido, sin grandes atractivos ni sorpresas, a una competencia cada vez más dura y exigente. De modo que si algunos aspirantes al sitial de O’Higgins quisieran subir su nivel de apoyo y proyectarse hacia las estrellas, no les bastará utilizar un simple taburete para obtener mayor altura. 

Los próximos días serán decisivos para quienes están posicionados en la línea de partida más favorable, pero si anhelan subir al podio como campeón tendrán que correr contra el viento de la desconfianza ciudadana y resolver numerosas urgencias y desafíos contingentes en el menor tiempo posible, pues hay temas que no podrán rehuir, como la primacía de la libertad en una sociedad democrática justa, la naturaleza y estructura del régimen político-institucional, la articulación de sus valores, ideas y objetivos con el trabajo y los acuerdos de la Convención Constitucional, el estatuto de las religiones en un Estado laico, el tipo de educación que se impartirá a las nuevas generaciones, el futuro de los pensionados, la condición de los migrantes, el rol de los partidos, las fuerzas armadas y la policía; para qué seguir. 

Mientras el pueblo espera y seguirá esperando, hasta que se le agote la escasa paciencia que aún le queda.

Jorge Varela
19 de octubre del 2021

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