Jorge Varela
Boric y su mochila
¿Un allendismo renovado?

Gabriel Boric, el nuevo presidente de Chile, ha triunfado de modo claro y contundente gracias a un sólido apoyo ciudadano. Quiere convertir toda su energía juvenil en esperanza de igualitarismo sin que este objetivo signifique atropellar la libertad y los derechos de las personas, según ha prometido tras sus volteretas, rectificaciones, giros y contragiros. Su primer discurso como legítimo vencedor (ya no como vendedor de ilusiones), dando garantías a todos los chilenos, permitiría mirar el futuro con esa tranquilidad que la gente laboriosa necesita después de tanta violencia, desconfianza y temores acumulados. Su victoria es, a no dudarlo, la expresión de un cambio cultural que se venía gestando en la sociedad chilena, sumado a los efectos perniciosos del accionar retrógrado de una derecha fraccionada, y fruto además de la insensibilidad de un sector importante del gran empresariado.
No obstante, aunque habrá que esperar el curso del próximo Gobierno, es preocupante que Boric en su primera intervención no advirtiera a partidarios y no partidarios respecto de los grandes escollos que tendrá por delante. Su discurso se circunscribió a reiterar un listado de promesas destinadas a satisfacer las demandas de sectores sociales específicos: trabajadores, jóvenes, feministas, pensionados, minorías sexuales discriminadas, ambientalistas, animalistas.
El recuerdo de esa otra noche
En otra derivación analítica es posible retrotraerse a esa noche ya lejana del 4 de septiembre de 1970 cuando triunfara el socialista-marxista Salvador Allende. Este retorno onírico a la nostalgia se pudo constatar en la parte final del discurso de Boric, cuando parafraseando a Allende llamó a sus partidarios a regresar tranquilos a sus hogares, recitando (casi de memoria) una exhortación muy semejante a aquella que fuera el preámbulo infortunado de 1.032 días de inestabilidad. A juicio del ex-diputado y ex-presidente del PS Osvaldo Andrade, “Boric es un socialista auténtico. Es una expresión nítida de la vieja expresión socialista”, “es más allendista que muchos”. (entrevista Ex-ante, 27 de diciembre de 2021)
Por ello, es como si volvieran los fantasmas del pasado vestidos de forma distinta. En esta dirección el intento de Boric por clonar la personalidad de Allende al simular su apariencia fisonómica, es una necedad que deja claro que le será difícil superarlo en seducción, en liderazgo y oratoria convincente. A veces su imagen se aproxima –sin pretenderlo– a la versión criolla de Nayib Bukele, un caudillo autoritario salvadoreño que finge ser demócrata. En todo caso sus ensayos experimentales como figura protagónica principal recién han comenzado y ni siquiera él conoce cuál será el destino de su ‘performance’, ni cómo caerá el telón.
Hijos de generaciones perdidas
En esta etapa de la historia chilena estamos conviviendo con hijos, sobrinos y nietos que han pasado de un “no estar ni ahí” a “estar en otra”, es decir a “no estar en la nuestra o en la tuya”. En ellos se ha condensado una manera distinta de sentir y pensar el mundo que a los adultos nos cuesta entender y compartir. No faltará el amigo que nos exprese: pero ¿de qué te extrañas?, si la evolución humana avanza sin pausas. Y tiene razón, solo que la velocidad vertiginosa del cambio es sorprendente e increíble, difícil de asimilar.
Los hijos no necesariamente transitan el camino de sus progenitores. La experiencia como madre del conocimiento no siempre es aceptada por los descendientes y la genética suele ser desconcertante, por eso se dice que las crías a veces degeneran; circunstancia esta última que no deseamos, ni descartamos.
¿Es posible otra izquierda?
De ahí que algunos se hayan formulado las preguntas siguientes: ¿está surgiendo una izquierda distinta en Chile?, ¿una izquierda sin esas deformidades congénitas y trancas ideológicas que la hundieron?, ¿una izquierda genuinamente democrática dispuesta a jugarse por la primacía de valores que le den consistencia y sentido a la concreción material de la idea igualitaria, sin dañar la vigencia sagrada de las libertades?
Son tantas las dudas e incertezas derivadas del revisionismo discursivo del Presidente electo que sus dichos resultan insuficientes y no sirven para despejarlas en su totalidad. Aquí lo único que vale son los hechos, no las palabras ni las máscaras.
Si nos atenemos a los argumentos expuestos por algunos abuelos, tíos-abuelos, suegros y padrinos de militantes de la ‘efebocracia’ que asumirá la conducción del país, se deduce que determinados mentores (Maira, Viera-Gallo, Montes, Martner, entre otros) están autoconvencidos en su fervor apologético y nostálgico que el tiempo de hoy es el mismo de ayer; algo así como una especie de regreso surrealista a su propio desgobierno. El proyecto revolucionario que esa camada de viejos ex-militantes del Mapu no pudo concretar hace cincuenta años, es hoy base de inspiración de un programa semi-oculto a partir del que pretenden reorientar las acciones del gobernante elegido, como si nada hubiera sucedido.
Jóvenes: sean dignos y no se dejen engañar
¡Jóvenes triunfadores!: ¿qué significado tendría seguir a quienes todavía no han querido sacudirse de las esporas del fracaso? Eviten comportarse como nietecitos del socialismo-allendista. Procuren ser más consistentes, originales y creativos. Manténganse a resguardo de los sacristanes vivarachos que andan predicando que: “vale la pena, nuevamente, apostar por el cambio” (“Un Presidente de todos y para todos”. Viera-Gallo, El Líbero, 20 de diciembre de 2021). Si a ustedes aún no les gusta el tango digan que prefieren bailar otros ritmos. De poco servirá ser meros complacientes.
Pensando en un futuro digno y bueno para todos, griten con esperanza: ‘estamos y estaremos de acuerdo en apostar siempre que sepamos de qué cambio se trata, cuál es su esencia y naturaleza, hacia dónde se dirige, cómo se hará y quienes asumirán la responsabilidad moral y política de efectuarlo’. Empezad la tarea sin ataduras perpetuas, pues las lealtades políticas son volátiles. El país les pide dignidad, la misma que varios exigieron con violencia hace poco más de dos años. Acuérdense también de las víctimas inocentes del vandalismo y dedíquense además, a restaurar lo que quemaron y destruyeron sus compañeros de aventura.
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