Jorge Varela
Boric y el humor de los jerarcas
Cuando la risa desnuda la psiquis

El humor de una persona puede ser su mejor o su peor carta de presentación ante sus semejantes y ante la historia. En el caso de un personaje público, su buen o mal humor puede incidir y determinar su futuro y hasta su destino. ¿Qué revela una sonrisa diáfana? o por el contrario, ¿qué oculta una persona de rostro enigmático y grave que no sonríe?
En marzo de 2014, el mandatario electo Gabriel Boric, al calificar de burda una fotografía publicada por el diario El Mercurio que lo mostraba estirándose en plena sesión de la Cámara de Diputados, declaró que “siempre será serio y a la vez rebelde en ciertos aspectos”. Años después, en junio de 2017, apareció riendo de modo inequívoco al recibir de manos de un ex frentista revolucionario una polera con la imagen del rostro acribillado del ex senador Jaime Guzmán. Solo en enero de 2019 al conocerse un video que lo dejaba en evidencia, expresó que no le dio la relevancia que tenía a dicho gesto, agregando que había sido un error. ¿Qué provocó su actitud dudosa y oscura, imprudentemente festiva? ¿Es este el tipo de humor que le atrae y caracteriza?
El humor negro recae precisamente sobre temas y situaciones que suscitan horror, terror o lástima, si se analizan desde un enfoque de sensibilidad y reacciones emocionales normales.
El humor sinuoso de los jerarcas
En tiempos de pandemia, de caras enmascaradas, no es simple anticipar si estamos ante un individuo que esconde sus sonrisas o si se trata de alguien escaso de alegrías. Es lo que ocurre mayoritariamente con los dictadores y específicamente con aquellos genocidas de barbas. Piense usted en Lenin, Stalin, Gomulka, Fidel Castro; ausculte de paso también a otros no barbudos como Honecker, Ceaucescu o Pinochet: ¿habrán sido hombres alegres, capaces de reír con un buen chiste o un relato cómico? ¿Por qué el autócrata proyecta esa imagen pérfida de hombre cruel, duro y hosco? En este aspecto los demócratas lampiños son –pareciera– más predecibles. El ex presidente chileno Eduardo Freí Montalva, por citar un ejemplo, reía a mandíbula abierta con los chistes y tallas de cómicos como Jorge Romero (Firulete) o Manolo González. (Este último comediante solía hacer alusión a la prominencia de sus respectivas narices). Otros que derrocharon gran empatía fueron Michelle Bachelet y Patricio Aylwin, quienes no necesitaron del chiste estúpido, del relato ordinario ni de la actitud chabacana para dialogar con la ciudadanía.
Por supuesto, no todos equivalen a una de ‘moneda de oro’, siempre hay excepciones. En Chile Jorge Alessandri y Ricardo Lagos, entre otros, no eran de risa fácil. Existe, eso sí, un registro fotográfico en que se observa a un Alessandri sonriente y fascinado junto a la actriz española Sarita Montiel, intérprete de El último cuplé, al recibirla en el palacio de La Moneda.
Hay que ser inteligentes pues, para reír y saber vivir la existencia con sana alegría. Eso de que la risa abunda en la boca de los tontos no es algo indubitable; sí es frecuente oírla en el caso de tanto cínico que ríe por compromiso.
La idea de humor
El neurocientífico Scott Weems en su libro Ja. La ciencia de cuándo reímos y por qué (editorial Taurus), sostiene que “la idea de que el humor y su síntoma más corriente –la risa– son productos derivados de poseer un cerebro que se basa en el conflicto”. El cerebro humano, explica, se adelanta constantemente a los acontecimientos y genera hipótesis. “Sin embargo, a veces conduce al conflicto, por ejemplo cuando intentamos sostener dos o más ideas contradictorias al mismo tiempo. Cuando eso ocurre, a nuestro cerebro solo se le ocurre una cosa: reírse”. Weems, apoyado en una bibliografía de 135 estudios científicos, describe el humor como “nuestra respuesta natural al conflicto y a la confusión”. La risa es “un mecanismo de pugna, una manera de afrontar el conflicto. A veces ese conflicto se presenta en forma de chiste. A veces es algo más complicado… No hay un solo chiste que le agrade a todo el mundo. El humor es idiosincrásico porque depende de aquello que hace que todos seamos únicos: cómo nos enfrentamos a la discrepancia que reina en nuestro complejo cerebro”, subraya. (artículo “El chiste más gracioso de la historia y los límites del humor negro¨. El País de España, 27 de septiembre de 2015).
Este neurocientífico reconoce que “nuestra fascinación por el humor negro es demostrada por la inmensa variedad de chistes de mal gusto”.
Reír y vivir
Difícil o no, es preferible vivir la vida desde el lado optimista y disponerse a cantar a todo pulmón: “Lo más importante en la vida es sonreírle al mundo con optimismo y fe… Si tienes problemas o penas de amor, levanta tu frente y ríe, que es mejor. “Ríe y contagia tu alegría, ríe con más fuerza cada vez”. (letra de la canción “Ríe”, cuya autoría pertenece al fallecido comediante Jorge Pedreros). Ríe, sin frivolidad e inconsciencia.
COMENTARIOS