Manuel Gago
Alentadoras reacciones contra la corrupción
Castillo con las horas contadas en Palacio

Algunos hechos desapercibidos pero esperanzadores fortalecen la lucha contra el totalitarismo comunista que Pedro Castillo, Perú Libre y Movadef pretenden imponer en el Perú. La fiscal superior Sonia Barreto, encargada de las investigaciones contra Castillo, ha declarado inadmisible la intención del Ministerio del Interior de invalidar la conformación del Equipo Especial Contra la Corrupción del Poder, conformado por miembros de la Policía Nacional. Denuncia además “una dilación innecesaria”, claramente obstruccionista que favorece a las personas del entorno de Castillo con orden de captura.
Asimismo, la renuncia del viceministro de Orden Interno, Martín Párraga, ha sido motivada –según ha señalado– por la “inestabilidad y cambios permanentes en el sector Interior” y, sobre todo, por la falta de efectividad del denominado “Programa de recompensas”, por no haber sido difundidos los incrementos para hacerlos atractivos. Resulta evidente e innegable, entonces, el delito de encubrimiento destinado a proteger a Castillo y su entorno más cercano.
¿Qué sucede en estos días? A nuestro entender, son alentadoras las reacciones contra los peligros que acechan al país. No obstante, en momentos tan difíciles, estas reacciones no encajan con el comportamiento de los congresistas. Resultan desalentadoras las cuatro listas que se disputaron la dirección del Congreso. Una vez más, priman las aspiraciones personales, la ausencia de capacidad política para lograr entendimientos y la falta de expertise. ¡Se debe volver a la reelección de congresistas! En este escenario de crisis, la progresía, la que convalidó la elección de Castillo, desvía la atención y señala. Hace eco de la estrategia palaciega, echando fuego contra el Parlamento.
Ya veremos si las ceremonias protocolares por 28 de julio se realizan con ausencias visibles, como muestra de rechazo. ¿Con qué cara Castillo puede dirigirse al país? Inédito: el Presidente podría ser jefe de una organización criminal, por las evidencias y testimonios que acopia la Fiscalía.
Castillo nunca tuvo el deseo de mejorar la vida de los peruanos. Todo lo contrario. Desde la huelga de docentes de 2017, la candidatura presidencial y las primeras horas en Palacio, su actos se limitan a desarrollar las condiciones necesarias para imponer una nueva constitución y un gobierno totalitario, pluricultural, bolivariano, sometido a la inteligencia cubana. El uso de la fuerza es parte del plan. No por gusto, en diciembre pasado, durante el VI Congreso Nacional de Rondas Campesinas, señaló que las rondas “tendrán una oficina al lado del despacho presidencial”. Esas fuerzas de choque, armadas de chicotes y machetes, pretenden asustar a la población contraria al estatismo.
En las actuales circunstancias, cuando el peligro acecha y crece la probabilidad de que el oficialismo comunista sea expulsado de Palacio y las instituciones nacionales, la reacción desesperada puede desencadenar actos de violencia. Ellos lo saben. Están preparados. No tienen nada que perder. Los pobres y el Perú importan poco. La ideología y sumisión son más poderosas que la lealtad al país. Esto no es de hoy, no nace con Castillo, ni Cerrón, ni Bermejo. Tiene más de medio siglo de preparación. El intento senderista fue un fracaso. El binomio fuerzas armadas y población lo hizo posible. Usted no puede olvidar ni confundir al enemigo principal.
Si Castillo no hubiera sido candidato presidencial, y otro con mejores luces y distante de la corrupción hubiera asumido la presidencia, esta crónica y otras no existirían. Dócilmente la población aceptaría las expropiaciones, nacionalizaciones, aniquilamiento de la propiedad privada y libertad de expresión, copamiento del Estado, persecución, cárcel y muerte de opositores. Serían pan de cada día, a la vista y paciencia de esa población indiferente, aleccionada de diversas formas y durante años contra las libertades, la democracia y la propiedad privada.
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