Tino Santander
¡Adelanto de elecciones!
Ante la falta de liderazgo del presidente Vizcarra

Fue infeliz la frase del presidente Vizcarra, “Todos somos culpables”, ante la muerte de 20 personas al incendiarse un bus de transporte público interprovincial. Como se sabe la tragedia se produjo en un terminal informal que, paradójicamente, obtuvo la Certificación de Habilitación de Funcionamiento del ministro de Transporte y Comunicaciones, Edmer Trujillo. La frase del presidente demuestra que no está preparado y que no tiene el liderazgo para gobernar el país. Ha llegado el momento de pensar seriamente en adelantar las elecciones el 2020 y evitar el creciente desgobierno que nos llevará a una grave crisis económica y social.
Las cotidianas contradicciones del presidente son clamorosas. Primero se erige en adalid de la lucha anticorrupción, y luego nombra un gabinete con cuatro ministros cuestionados: Carlos Bruce, señalado por la Fiscalía de presionar al exalcalde provincial de Chiclayo David Cornejo Chinguel para favorecer presuntamente a amigos empresarios desde el Ministerio de Vivienda; Flor Pablo Medina, procesada penalmente por negociación incompatible por el propio Ministerio de Educación; Rocío Barrios expresidente del Instituto Nacional de Calidad, suspendida en sus funciones por la importación de conservas de caballa contaminadas, durante el Gobierno de PPK, siendo ministro de producción Pedro Olaechea; y la cereza de la corrupción y dispendio es el ministro de Economía, Carlos Oliva, quien ha sido acusado por el congresista Gilbert Violeta de festinar tramites en la Ley de Presupuestos para promover dudosas consultorías por más de S/ 1,600 millones.
La zigzagueante conducta política del presidente y de su Gobierno en la reconstrucción del norte es inaceptable, pues cada seis meses cambia de funcionarios que anuncian fantasiosas promesas que no cumplen. La falta de autoridad y liderazgo para solucionar los conflictos sociales y las demandas insatisfechas del país ya resulta inadmisible. El conflicto en las Bambas, el de Tía María, la demanda de gas en el sur peruano, la minería ilegal, el abandono del VRAEM, la alarmante inseguridad ciudadana, etc. son demostración de incapacidad e ineptitud para gobernar. El puesto de presidente del Perú es muy grande para Martín Vizcarra, por sus notorias limitaciones políticas e intelectuales.
Frente a este panorama desolador de estar sin gobierno, sin norte y a la deriva, es urgente que el presidente, el lumpenizado Congreso, el confuso Poder Judicial, los gobiernos regionales, los débiles partido políticos y las organizaciones sociales, a través del Acuerdo Nacional, pacten una salida democrática para hacer las reformas políticas necesarias y que se convoque a elecciones a mediados del 2020. Así saldríamos de la informalidad gubernamental en la que nos encontramos, que nos conducirá lentamente a la división del país.
El próximo Gobierno tendrá retos muy grandes para consolidar la libertad económica. Es imprescindible reformar el Estado para establecer un verdadero equilibrio de poderes; resulta inevitable tener una economía de guerra para disminuir el déficit de infraestructura social y productiva y reducir verdaderamente la pobreza. También es inevitable una reforma educativa bajo la premisa de qué clase de ciudadanos queremos ser, superando las demagógicas consignas de defensa del género; es vital entender que los conflictos sociales son expresiones de sectores insatisfechos y que se necesita inteligencia y política para bajarle la fiebre a los exaltados; es inaplazable integrarse de la mejor manera al competitivo mundo globalizado, comprendiendo que la revolución digital y la inteligencia artificial son una realidad y no fantasías, porque si no nos incorporamos a esta vertiginosa transformación mundial nos convertiremos en un país marginal.
El Perú necesita un gobierno honesto y no este de Martín Vizcarra, que por el bien del Perú debe irse lo más rápidamente posible.
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