LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Pero el cadáver, ¡ay!, siguió muriendo
Siguen las investigaciones contra Alan García

Los fiscales del caso Lava Jato —que han desencadenado las detenciones más espectaculares y mediáticas de políticos, sin formular una sola acusación fiscal ni llevar a ningún imputado a juicio oral—, al parecer, conseguirán el soñado triunfo sobre Alan García, al menos por un tiempo, más allá de que el hombre ya está muerto e incinerado. Al cierre de esta edición, la estrategia fiscal había logrado que Miguel Atala se acogiera a la figura de la confesión sincera a cambio de la inmediata liberación de Samir Atala —su hijo— y de un seguro arresto domiciliario.
Atala ha señalado que los US$ 1.3 millones de una cuenta de Andorra eran para García y que le habría entregado el dinero al ex mandatario en cuotas de US$ 20,000 y US$ 30,000 de manera personal entre el 2010 y el 2018. Es decir, Atala le habría entregado las sumas en alrededor de 65 cuotas. La acusación es grave —más allá de la abierta politización de los fiscales Lava Jato— y las pruebas deben actuarse.
Sin embargo, surgen algunas interrogantes. Si García participaba de la corrupción, ¿por qué echar mano de Atala, si Luis Nava era hombre su extrema confianza? De otro lado, García entre el 2016 y el 2018 residía en España y la pregunta es inevitable: ¿cómo pudo haber entregado Atala los encargos en esa época? En fin, no hay cuentas, no hay correos, solo los dichos de un padre que logró que su hijo saliera en libertad luego de su “confesión sincera”. Ahora bien, puede suceder que Nava haga lo mismo porque, igualmente, tiene hijos y familia.
Dos temas quedan sobre la mesa. ¿Qué ha sucedido en nuestro sistema judicial para que, a punta de detenciones preliminares, se logren acusaciones de colaboradores que liberen de la cárcel a hijos y esposas? Es evidente que el sistema judicial ha sido capturado por una lógica perversa, en la que la gente es detenida para ser investigada, y los imputados permanecen recluidos sin acusación fiscal ni juicio de por medio.
De otro lado es más que evidente que un sector del país, sobre todo uno mediático, ha convertido el objetivo de embarrar a García en cuestión de sobrevivencia. Cuando se conocieron las confesiones sinceras de Atala, IDL-Reporteros y los demás periodistas caviares señalaban que “era la primera vez que alguien acusaba directamente a García”. ¿Cómo? ¿Acaso la conferencia con los empresarios en Brasil no había sido el primer señalamiento contra el ex mandatario? ¿Acaso las declaraciones de Barata acerca de que “Nava y Atala eran los Maiman de García” no habían terminado de cerrar el círculo? En fin, la guerra contra el fallecido continúa, mientras la señora Villarán se pinta el pelo e “Indira Huilca y Marisa Glave siguen luchando contra la corrupción”.
Lo cierto es que demoler la memoria de García es asunto de vida o muerte para el actual establishment, que depende del control judicial y el linchamiento mediático. Las guerras Ejecutivo-Legislativo dejaron tal vacío de poder que una alianza de diversas ONG marxistas y medios dependientes de la publicidad estatal entiende que es extremadamente peligroso que la figura de García se mitifique. Sería como aceptar, desvelar, que en el Perú se detiene a la gente sin acusación fiscal ni juicio, y que el debido proceso, simplemente, ha volado por los aires.
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