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Alan García, defensor de la República

El legado del líder aprista en debate

Alan García, defensor de la República
Víctor Andrés Ponce
28 de abril del 2019

 

Ha trascendido que el día en que Alan García iba a ser detenido, enmarrocado y mostrado ante la opinión pública con chaleco de recluso, se había convocado a un Consejo de Ministros a las siete de la mañana. La hora era inusual para el cónclave ministerial. Todo indica que el presidente Vizcarra y sus ministros iban a contemplar el espectáculo televisado, mientras proyectaban los posibles números de las encuestadoras amigas en popularidad. Algunos colectivos comunistas ya habían planeado marchas en la tarde en la Plaza San Martín.

A entender de este columnista si ese escenario se presentaba —es decir, el circo de la detención de García sin acusación ni juicio—, es posible que la popularidad de Vizcarra subiera como la espuma y que el poder oscuro que han consolidado IDL-Reporteros en alianza con grupos mediáticos, se hubiera fortalecido de tal manera que la actual experiencia republicana entraría en cuestión. Asimismo, el partido aprista habría sido liquidado para siempre, el fujimorismo habría pasado a mejor vida y la detención arbitraria de Keiko Fujimori y la dirigencia de Fuerza Popular se habría consolidado, por decir lo menos. Imposible que los demás partidos sobrevivieran en la nueva democracia plebiscitaria.

En otras palabras, la democracia de las turbas y la criminalización de la política, que se ha promovido en la administración de Vizcarra, se habrían vuelto irreversibles. En ese contexto, ¿era posible seguir hablando de una República? Muy poco probable. Vizcarra habría apretado el acelerador de la reelección con la anuencia de IDL-Reporteros y la coalición mediática porque para este sector no interesa quién está en el poder, sino cuánto de ese poder se controla.

Bueno, nada de eso sucedió con la inmolación de García. ¿Alguien acaso duda que García pensó en todas esas circunstancias a la hora de dispararse un tiro? Claro que hubo vanidad y egocentrismo al momento de percutar el arma. Claro, pero es imposible que el líder aprista no haya pensado en esas variables porque el hombre era más inteligente que muchos. Con su trágica decisión, pues, García salvó la actual experiencia republicana.

Sin García no hay circo. Y por más que los fiscales detengan a Ollanta Humala, Nadine Heredia y Susana Villarán, los casos de corrupción vuelven a la normalidad. Vizcarra seguirá cayendo en las encuestas porque ha abandonado la gobernabilidad y la fachada de IDL-Reporteros empezará a parecerse a la entrada de Las Palmas de los noventa.

Pero García no solo nos ha salvado de los pretorianos de ahora. No, también lo hizo cuando detuvo al Ollanta Humala del polo rojo quien, entonces, era un simple empleado de Hugo Chávez. Con una maestría que el tiempo irá agrandando, García alanceó una y otra vez al caudillo venezolano hasta que este le contestó. Y, con todos los acontecimientos y la historia reciente en su contra, Alan nos salvó del chavismo. ¿Alguien lo duda? Basta de mezquindad. Alguna vez debe haber cierta grandeza en nosotros.

Más tarde, cuando el humalismo de Ollanta y Nadine trepaba en las encuestas con 70% de aprobación y cuando ya comenzaba surgir el software oscuro —que combina ONG marxistas y publicidad estatal— que ha criminalizado la política, García soltó una frase memorable: ¡Abajo la reelección conyugal! En la política hay frases que tienen tal fuerza que descorren todos los velos. De pronto, los empresarios, las clases medias y los sectores populares comenzaron a despertar.

A partir de allí el software oscuro que criminalizó la política se aplicó sin descanso en contra de García. Quizá el caso emblemático sea la Megacomisión Tejada que llegó al atrevimiento de hablar de 5,000 narcoindultos. Todo fue mentira. No lo digo yo, sino el Poder Judicial.

García, pues, es el defensor de la República de los últimos 30 años. Por eso se intenta liquidar su memoria con rumores provenientes de nuevos interrogatorios. Pero García sigue creciendo, es un nuevo mito republicano. Algunos dicen que vive, que se ha escapado; otros que ha resucitado y algunos hasta empiezan a hablar de milagros. Bueno así son los mitos. Gracias a Dios que se trata de un mito democrático.

 

Víctor Andrés Ponce
28 de abril del 2019

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