Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
Acaba de desarrollarse el Primer Foro de Universidades del País, convocado por la Asociación de Universidades Nacionales del País (ANUP), el Consorcio de Universidades y la Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (FIPES). El evento se reunió en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y congregó a 62 universidades del país, 150 autoridades del Ejecutivo y del sector educación.
El evento se desarrolló a través de cinco comisiones, cada una de las cuales estableció conclusiones. La primera trató sobre el sistema nacional de ciencia y tecnología, y recomendó acelerar la aprobación del Reglamento de la Ley de Promoción y Desarrollo del Investigador Científico. La segunda comisión abordó el tema de la autonomía universitaria y estableció que sin autonomía no hay universidad. La tercera trató sobre el presupuesto de las universidades y recomendó diferenciar a las universidades por el origen de sus recursos. En el sector público se propuso hablar de universidades con canon y sin canon; y en el sector privado, se señaló el problema de la rigidez normativa que ahoga las posibilidades de las universidades asociativas y societarias.
Es en este último aspecto de las conclusiones es necesario señalar lo siguiente: sin el aporte del sector privado al sistema educativo es imposible siquiera imaginar la posibilidad de una reforma universitaria. ¿Por qué? En la educación básica existen alrededor de siete millones de alumnos. De ese universo, más de dos millones asisten a los centros privados. En la educación superior –considerando universidades e institutos– hay alrededor de tres millones de alumnos, de lo cuales cerca de dos millones asisten a claustros privados.
Para decirlo con cifras más simplificadas: un tercio de la matrícula en la educación básica y dos tercios en la superior son atendidos por el sector privado. ¿Cómo se puede emprender una reforma del sector ignorando esa realidad?
En el Estudio de contribución económica de la educación privada en el Perú, de Apoyo y Consultoría, se señala que sin el aporte privado a la educación el presupuesto del sector tendría que incrementarse en más de S/. 20,000 millones. Es decir, cerca del 50%, porque el presupuesto actual de la educación está en alrededor de s/. 37,000 millones.
De otro lado, vale señalar el enorme papel que cumple la inversión privada en educación para la redistribución de la renta nacional a favor de los sectores más excluidos. Uno de los ejemplos que solemos repetir en este portal tiene que ver con la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Antes del Decreto Legislativo 882 de los años noventa –que posibilitó la inversión privada en la educación– la universidad pública absorbía dos tercios de la matrícula. En ese entonces San Marcos tenía aproximadamente 45,000 estudiantes. Hoy las cosas se han invertido: la universidad pública atiende solo un tercio de la matrícula mientras que la privada dos tercios. En otras palabras, la demanda de matrícula ha sido canalizada por el sector privado.
En este contexto, San Marcos sigue teniendo aproximadamente 45,000 estudiantes, pero con presupuestos multiplicados varias veces y con una infraestructura largamente superior. Como se aprecia, los sectores populares se han beneficiado largamente con la inversión privada, sobre todo porque también ha permitido la recuperación de la universidad pública.
Asimismo, vale desterrar los mitos que se han construido en contra de la inversión privada en el sector. El mencionado estudio de Apoyo establece que el 73% de los alumnos de los claustros privados pertenece a los sectores C y E. Es decir, las pensiones han crecido y han acompañado la real situación de los sectores emergentes del país.
Por todas estas consideraciones, si alguien pretende hablar de reforma de la educación ignorando el aporte del sector privado, solo está revelando un prejuicio ideológico.
COMENTARIOS