Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
Hoy Cajamarca es la región más pobre del Perú, según la última medición del 2023, desarrollada por el Instituto Nacional de Estadística sobre la base de la Encuesta Nacional de Hogares. Con una pobreza del 44.5% de la población, este flagelo social es incluso mayor que lo registrado en el 2020 durante la pandemia (42.5%). De esta manera, las proyecciones indican que Cajamarca ha retrocedido seis años en la lucha contra la pobreza. Sin embargo, la paradoja que sensibiliza es que la región cajamarquina podría tener el ingreso per cápita más alto del Perú, sobre todo por su cartera de inversiones mineras, que suma alrededor de US$ 18,000 millones.
Cajamarca es un ejemplo paradigmático que confirma que la provisión de recursos naturales por sí sola no genera riqueza sin Estado de derecho. A inicios de la segunda década del nuevo milenio, las narrativas y fábulas de la izquierda comunista construyeron el mito acerca de que la minería moderna era una amenaza para los recursos hídricos destinados al consumo humano y la agricultura. En este contexto, a pesar de tener un estudio de impacto ambiental incuestionable, incluso pese a un arbitraje internacional, se paralizó el proyecto Conga, de alrededor US$ 5,000 millones de inversión. Y con ese bloqueo se postergaron las inversiones de La Granja, El Galeno y Michiquillay, entre otros.
Cajamarca comenzó a convertirse en la región más pobre y postergada gracias a los esfuerzos de la izquierda. Y no solo perdió Cajamarca sino todo el Perú. Se calcula que si toda la cartera de inversiones de Cajamarca estuviese en ejecución el Perú agregaría 1.5 millones de toneladas de cobre (TMC) a su actual producción nacional de 2.7 millones de TMC y, de esta manera, más allá de cualquier crisis política, la economía crecería sobre el 5% y en pocos años se reduciría la pobreza debajo del 15% de la población (hoy llega al 29%).
Los efectos de la acción de la izquierda, de los sectores antimineros y las oenegés anticapitalistas, pues, asemejan a la destrucción y devastación que deja un ejército de invasión extranjera. Sin embargo, luego del golpe fallido de Pedro Castillo y del fracaso de las olas de violencia que pretendían quebrar el Estado de derecho e instalar una asamblea constituyente, en el Perú, las fábulas empobrecedoras de la izquierda comunista y progresista han comenzado a erosionarse. Y, de pronto, se anuncia el reinicio de las actividades del proyecto Tía María en Arequipa y el viceministro de Minas, Henry Luna, señala que el proyecto Michiquillay en Cajamarca comenzará su etapa de construcción en el 2027.
En este contexto, el ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, acaba de subrayar los avances en el proyecto La Granja, dejando en claro que la mayoría de las cosas están listas para iniciar actividades. Agregó que el desarrollo del cronograma de actividades depende de la empresa Río Tinto.
La Granja es uno de los proyectos más complejos de Cajamarca y del país, porque tiene un potencial de producción de 500,000 toneladas métricas de cobre y suma una inversión de US$ 2,400 millones. Para entender la fiscalización y la demanda de la sociedad con respecto a los temas ambientales vale señalar que el EIA de este proyecto ha adicionado su Décimo Tercera Modificación.
Si vuelven las inversiones mineras a Cajamarca los peruanos contemplaremos y entenderemos la importancia de las batallas culturales para la libertad y el desarrollo. ¿Por qué? Porque veremos cómo en pocos años la región más pobre se convierte en la más rica del país.
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