En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
Tía María, en Arequipa, es uno de los proyectos de cobre más importantes por el empleo de nuevas tecnologías: producir cobre al 99.99% de pureza mediante el sistema de oxidación y lixiviación, el más amigable con el medio ambiente. No obstante, el círculo antiminero, liderado por las oenegés marxistas, ataca esta posibilidad de aprovechar los recursos naturales preservando el medio ambiente.
Si Tía María estuviera operando, más de S/ 273 millones de canon aumentarían los presupuestos del gobiernos regional y de los gobiernos municipales en Arequipa. Si desde hace 20 años el proyecto estuviese en operaciones, el aporte acumulado por canon sería de S/ 5,460 millones. Con estos recursos se podría continuar con el proyecto de afianzamiento hídrico Majes Siguas II, también estancado por la intervención de las autoridades y colectivos extremistas anti inversión.
Vale señalar que antes de 1990 el yacimiento de cobre Tía María era parte de los planes de la ingeniería minera peruana. No obstante, recién en 1994 se comenzaron las exploraciones y en 2011 se inició el Estudio de Impacto Ambiental (EIA). En julio pasado, Tía María obtuvo la licencia de operaciones; sin embargo, contra las leyes y la Constitución, el proyecto de cobre continúa paralizado. ¿Un reducido grupo de agitadores comunistas puede quebrar la voluntad de la mayoría y hacer añicos la estabilidad jurídica en Perú?
El movimiento antiminero concentrado en el Corredor Minero del Sur (Arequipa, Apurímac y Cusco) no ha descansado durante la cuarentena. Semanas atrás, los dirigentes anunciaron nuevas acciones “de fuerza” contra Tía María. En tiempos de elecciones, los propósitos políticos de las autodenominadas dirigencias antimineras combinan sus objetivos anti inversión con los estrictamente electorales. La fórmula funcionó en el proceso electoral 2018 para elegir gobernador regional y alcaldes provinciales y distritales. Sin embargo, los escenarios han cambiado por el mal manejo de la pandemia del coronavirus, que ha dejado un elevado número de personas fallecidas y la economía en recesión. Asimismo, por la visible ausencia de capacidad técnica y de gestión de las autoridades.
El proyecto Tía María, ubicado en el desierto de La Joya, con una inversión de US$ 1,400 millones, plantea para sus operaciones mineras el uso de agua proveniente del mar. Según los relatos de las oenegés marxistas, los cultivos serán afectados por los polvos provenientes de la mina. No obstante, la mentira tiene patas cortas. Según Southern Peru, concesionario del proyecto de cobre, Tía María comenzará operaciones con el tajo abierto a 150 metros de profundidad para evitar que los polvos, producto de la voladura –para extraer el mineral–, alcancen los sembríos. Además, para evitar la contaminación por polvo, las voladuras se harán a medio día, cuando los vientos soplan de sur a norte, en contra del valle de Tambo.
Asimismo, otra mentira del ambientalismo comunista es la supuesta filtración de sustancias provenientes de las canchas de lixiviación. Todas las canchas de oxidación y lixiviación en el mundo son impermeabilizadas con geomembranas para evitar las filtraciones. Sin embargo, siguiendo el libreto de desprestigio también desarrollado en otros sectores productivos, el ambientalismo marxista sostiene que la ingeniería minera peruana es irresponsable y contaminadora.
La llamada “licencia social” es el último pretexto del círculo antiminero. Por esta razón, las dirigencias organizan manifestaciones públicas violentas, supuestamente para demostrar que en Arequipa no existe consenso favorable al proyecto de cobre. Lamentablemente, este discurso falaz alcanza a las autoridades del Ejecutivo e instituciones que deben velar por la estabilidad jurídica. El proyecto Tía María ha obtenido del Estado peruano la licencia de construcción de mina y, legalmente, tiene facultades para iniciar sus operaciones. De no iniciarse, en el Perú no regirían la Constitución ni las leyes nacionales.
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