La encrucijada de la diversificación

¿Cómo diversificar sin matar a la gallina de los huevos de oro?

¿Alguien puede oponerse a que la economía se diversifique y encienda motores de crecimiento paralelos a los de la minería? Creemos que no. El problema, entonces, es, ¿cuál es la estrategia correcta para la diversificación industrial? ¿Cómo evitamos que nuestros sueños de “diversificación” nos lleven a matar la gallina de los huevos de oro?

Algunos señalan que el superciclo de los commodities ha terminado y, sobre la marcha, proponen que el estado vuelva a ser una especie de “gran elector de la diversificación”. A nuestro entender estos diagnósticos y propuestas yerran en lo siguiente: no hay evidencia que indique el fin de los altos precios de los commodities, que siguen cuatro veces más por encima del promedio de los noventa. Y, de otro lado, la idea de un estado que asigna ganadores industriales es un tremendo cajón de sastre donde pueden proliferar todo tipo de estatismo y mercantilismos.

Pero, ¿cómo avanzamos a la diversificación? Consideramos que existen tres condiciones: profundizar el libre comercio, resolver los déficits institucionales en infraestructura, en educación y salud; y desarrollar todo nuestro potencial en inversiones en recursos naturales.

En el mundo contemporáneo el único mecanismo que nos permite exportar productos con más valor agregado son los Tratados de Libre Comercio (TLC). Los precios de loscommodities dependen de los mercados mundiales y no necesitan de TLC. Hoy el Perú tiene 17 TLC con las economías más vigorosas del planeta con un promedio de arancel de 2.5% y está participando en las negociaciones del Acuerdo Transpacífico (TPP) que le permitirá, en un solo acto, ganar mercados en Malasia, Vietnam, Australia, Nueva Zelanda y Brunei, y un flujo comercial de alrededor US$ 5,200 millones. Al margen del libre comercio no hay diversificación. O, ¿sí? Si la izquierda tiene otra receta debería ponerla sobre la mesa.

De otro lado, si bien la economía peruana hoy está más diversificada que en toda su historia económica, ¿por qué no hay más inversiones en las industrias madereras, de procesamientos de alimentos, de turismo, de la industria textil, de metalmecánica, de petroquímica y de negocios? Por la sencilla razón de que estas industrias con enorme potencial no se pueden desarrollar sin puertos, sin carreteras, sin telecomunicaciones y sin suficientes redes energéticas.

AFIN calcula el déficit de infraestructura en US$ 88,000 millones. Si a esto le sumamos las debilidades institucionales, ausencia de predictibilidad en el sistema de justicia, y los problemas en educación y salud que anulan el desarrollo de capital humano e innovación, entonces, tenemos la película del porqué no avanzamos más en diversificación.

Pero no hay diversificación sin recursos públicos y los fondos para que el estado invierta en reformar el estado, el Poder Judicial, en el sistema educativo y en el de salud, provienen, principalmente, de la recaudación tributaria que generan las inversiones en recursos naturales, sobre todo, en la minería.

Las ideas que reseñamos no son nuestras. Representan el consenso que se ha gestado frente a los yerros del modelo. Una convergencia que parte de reconocer que el actual modelo económico y social ha arrinconado la pobreza y la desigualdad como nunca en nuestra historia y que debe ser profundizado, pero, lamentablemente, el estado sigue vistiendo los mismos harapos que usaba el siglo pasado.