Javier Agreda
Orbital: poesía en gravedad cero
Reseña de la novela de Samantha Harvey, ganadora del Booker Prize 2024

Con Orbital (Anagrama, 2025) la escritora británica Samantha Harvey (Kent, 1975) entrega una obra extraña: una novela que apenas lo es en el sentido tradicional, pero que se erige como una poética exploración de la condición humana. Ambientada en la Estación Espacial Internacional en plena órbita, durante el transcurso de un solo día —aunque, como Harvey nos recuerda, para los seis tripulantes de la estación cada día contiene dieciséis amaneceres—, la novela nos invita a mirar nuestro planeta desde fuera, con una mezcla de intimidad y extrañamiento radical.
Harvey no busca el drama convencional. Sus seis astronautas —provenientes de Japón, Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña e Italia— no protagonizan aventuras ni enfrentan amenazas espaciales; tampoco hay una trama que los obligue a actuar ni un conflicto que los empuje. La acción, si puede llamarse así, reside en lo cotidiano: monitorizar microbios, ejercitarse para no perder masa muscular, observar el planeta. Y sin embargo, lo que sucede en Orbital llega a ser conmovedor: la revelación de la belleza de lo común cuando se mira desde lo extraordinario.
La mirada de Harvey es doble: por un lado, precisa en lo técnico, atenta a los detalles del cuerpo y la mente en ingravidez; por otro, profundamente lírica, sin caer en lo sentimental. Hay en ella una fe obstinada en el poder del lenguaje para captar lo inefable, para traducir las experiencias más humanas sin traicionarlas. Así, los astronautas flotan sobre la Tierra mientras reflexionan sobre el tiempo, la identidad, la soledad, el sentido de la vida y la posibilidad de la existencia de Dios.
A pesar de la diversidad de sus nacionalidades y sus historias individuales, los seis astronautas –Anton, Pietro, Roman, Shaun, Chie y Nell) forman una entidad coral, un organismo colectivo suspendido en la vastedad muda del espacio. No conversan mucho entre sí, pero sus pensamientos se entrelazan de alguna manera. Desde este punto de vista, Orbital también puede leerse como un experimento formal: una novela sin argumento, cuyo verdadero motor es la contemplación.
Cada capítulo corresponde a una vuelta completa a la Tierra, y la estructura cíclica refuerza la sensación de estar atrapados en un eterno presente. Esta repetición no es monótona: es una espiral de intensidades, en la que cada giro revela una nueva capa de percepción, una nueva manera de ver o de sentir el mundo. Desde el espacio, la Tierra es un caleidoscopio de luces, texturas y colores que cambian constantemente. Harvey describe creativamente diversas regiones de todos los continentes. Incluso al Perú le dedica algunas líneas: “Hay una luz pálida mientras ascienden sobre los Andes de cumbres nevadas, flanqueados de nubes. Luego, la cobertura nubosa clarea y aparece la selva amazónica, llena de llagas, heridas de fuego” (se refiere a incendios forestales).
Orbital no niega la oscuridad del universo, ni el silencio abismal que nos rodea; pero tampoco se entrega al nihilismo. Es un libro esperanzado, aunque lúcido; profundamente humano, aunque escrito desde fuera del mundo. Y que plantea preguntas incómodas: ¿qué significa cuidar un planeta que no sentimos realmente nuestro? ¿Somos capaces de comprender la magnitud de nuestra soledad cósmica? ¿Es la belleza del mundo suficiente para redimir nuestra fragilidad?
Orbital, novela ganadora del prestigioso Booker Prize 2024, es una obra de difícil clasificación, pero de clarísima vocación literaria, que exige una lectura paciente, atenta. No recompensará a quienes busquen giros argumentales; quizás las únicas historias que nos narra sean breves recuerdos personales de los tripulantes, y el seguimiento de un tifón, desde sus orígenes hasta que azota a las costas de Filipinas. Pero para quien acepte la invitación a contemplar, a flotar un rato sobre el planeta y ver lo cotidiano como si fuera la primera vez, el libro ofrece una experiencia estética de peculiar intensidad.
COMENTARIOS